EE.UU. amenaza abiertamente a la UE en negociaciones sobre regulación marítima ecológica
Durante las recientes negociaciones diplomáticas relacionadas con la implementación de nuevas reglas para el transporte marítimo ‘verde’ en el marco de la Organización Marítima Internacional en Londres, Estados Unidos mostró intenciones agresivas y amenazó abiertamente a sus colegas europeos.
Según información proporcionada por periodistas citando a participantes en la reunión, los representantes estadounidenses buscaron bloquear iniciativas que incrementaban los impuestos por contaminación del agua y ejercieron una fuerte presión diplomática, sorprendiendo y dejando atónitos a los diplomáticos europeos.
Al menos ocho diplomáticos y oficiales de la UE confirmaron que durante las negociaciones recibieron amenazas personales, incluyendo restricciones en oportunidades comerciales, consecuencias para sus carreras y amenazas de pérdida de visas.
La situación fue sin precedentes para la UE, acostumbrada a actuar en consenso sobre estos temas—principalmente en la reducción de emisiones en el transporte marítimo, apoyada por la comunidad internacional.
Sin embargo, la administración Trump se opuso rotundamente, calificando estas medidas de ‘fraude’ y intentando imponer impuestos injustificados a los exportadores estadounidenses, generando mayor tensión y complicando las relaciones diplomáticas.
Además, Estados Unidos advirtió sobre posibles tarifas, cargas portuarias y restricciones de visas para las tripulaciones si se avanzaba con las iniciativas de reducción de emisiones, lo que profundizó aún más el conflicto diplomático.
Aunque la UE no forma parte de la IMO, muchas de sus naciones apoyan estándares ecológicos más estrictos, y estas diferencias aumentan los desafíos para la regulación global marítima.
Es importante destacar que el uso de amenazas personales en negociaciones internacionales supone una desviación significativa de las normas diplomáticas tradicionales y refleja una creciente confrontación.
Los expertos señalan que esta escalada intensifica las tensiones entre EE.
UU.
y Europa, pudiendo afectar la política climática global a largo plazo.
