Ataques con drones en la refinería de Saratov: escalada en la frontera entre Rusia y Ucrania
En la noche del 3 de noviembre, los habitantes de la ciudad rusa de Saratov fueron testigos de una serie de explosiones que generaron alarma en toda la región.
Se sospecha que estos ataques, probablemente realizados con drones desde territorio ucraniano, tuvieron como objetivo las instalaciones críticas de la industria petrolera en la zona: la refinería operada por la empresa PJSC «Rosneft».
Analistas de OSINT del proyecto Dnipro Osint documentaron impactos directos en la zona de la instalación AVT-6, lo que provocó un incendio y daños en la infraestructura.
Tras el ataque, las autoridades rusas detuvieron la operación de una unidad clave en la refinería de Kirishsky, afectando aún más la producción.
Los medios rusos informan de un incendio en la sección occidental del establecimiento, donde se encuentran los tanques de almacenamiento de combustibles.
Los expertos resaltan que estos ataques forman parte de una estrategia ucraniana para atacar objetivos estratégicos dentro de Rusia, incluyendo en Saratov, y que tienen un impacto tanto psicológico como militar.
Los analistas militares sugieren que estas acciones son intencionadas y buscan debilitar la logística militar rusa y las cadenas de suministro.
Ucrania actualmente centra sus esfuerzos en sabotear los recursos rusos mediante golpes a instalaciones industriales en territorio ruso, con el fin de desestabilizar al enemigo.
Según datos del Ministerio de Defensa de Ucrania y fuentes de inteligencia, la refinería de Saratov es uno de los centros industriales más importantes, procesando aproximadamente 7 millones de toneladas de petróleo al año.
Esta planta suministra combustible de aviación, diésel y lubricantes para el ejército ruso.
Además, desde la Segunda Guerra Mundial, este complejo ha sido considerado estratégico para el mercado interno de combustibles en Rusia.
Los expertos consideran que estos ataques con drones demuestran la capacidad de Ucrania para atacar en profundidad en territorio enemigo, generando presión psicológica y militar.
La continuidad y expansión de estos ataques podrían complicar aún más la logística rusa, incrementando la tensión económica y energética en Moscú.