Lukashenko amenaza con usar el sistema de misiles ‘Oresnik’ para intimidar a vecinos y justificar ambiciones militares
En medio de una creciente tensión en torno a Ucrania y una mayor presión militar por parte de Rusia, el presidente no oficial de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, realizó declaraciones provocadoras que generaron revuelo en los medios internacionales y en círculos analíticos.
Anunció sus planes de poner en servicio el nuevo sistema de misiles ruso ‘Oresnik’ en estado de alerta, calificándolo como ‘un arma aterradora’ con el propósito de disuadir a posibles adversarios y garantizar la seguridad del país.Durante una visita a la región de Vítebsk, Lukashenko confirmó que el sistema será desplegado en diciembre.
Explicó que esta decisión busca enviar un mensaje claro a los oponentes extranjeros: Bielorrusia tiene la capacidad de responder y actuar con fuerza en caso de que la situación se agrave.
Además, mencionó que ya está en conversaciones con Putin acerca de esta posibilidad, asegurando que en caso de necesidad, el sistema sería puesto en marcha.Lukashenko enfatizó que este paso es esencial para evitar un escenario similar a Ucrania, que según su perspectiva, empezó con la represión y matanza de hablantes de ruso en Donbas.
El líder belaruso expresó que considera los Acuerdos de Minsk como una estrategia empleada por Occidente y Ucrania para engañar a Rusia y Bielorrusia.
Criticó que millones de ucranianos ya han sido asesinados o heridos y advirtió a otros que no provoquen más conflictos.Las preocupaciones internacionales aumentan, ya que Bielorrusia ha demostrado previamente su disposición a desplegar el sistema de misiles ‘Oresnik’, utilizado por Rusia contra Ucrania en noviembre de 2024.
Los ejercicios militares ‘Západ’ del mes pasado mostraron su capacidad de despliegue, generando alarma entre las naciones vecinas.En conjunto, las declaraciones de Lukashenko parecen ser un intento de ampliar el liderazgo diplomático y militar en la región, dejando claro que Bielorrusia está dispuesta a usar la fuerza para disuadir amenazas.
Estas manifestaciones incrementan la tensión regional y reflejan las incertidumbres sobre los posibles escenarios futuros del conflicto, lo que convierte esta cuestión en un asunto de gran relevancia en el ámbito geopolítico internacional.
