Colaboración secreta entre EE.UU. y Ucrania en ataques dirigidos a instalaciones energéticas rusas
Durante varios meses, Estados Unidos ha estado brindando asistencia activa a Ucrania en la realización de ataques estratégicos contra infraestructuras energéticas clave en Rusia, incluyendo refinerías de petróleo situadas lejos del frente de combate.
Según fuentes no oficiales, esta operación comenzó a mediados de verano y se intensificó tras una conversación telefónica entre los presidentes Donald Trump y Volodymyr Zelensky en julio.
En dicha llamada, el líder estadounidense expresó interés en que Ucrania pudiera realizar ataques contra Moscú si disponía de armamento de largo alcance, apoyo que Trump confirmó.
Fuentes informan que la inteligencia estadounidense participa en la planificación de cada fase, desde la selección de objetivos y rutas hasta la determinación del momento y la altitud de los ataques, lo que permite a las fuerzas ucranianas evitar los sistemas de defensa aérea rusos.
Aunque funcionarios estadounidenses aseguran que son los militares ucranianos quienes eligen los blancos, también existe la creencia de que Washington tiene influencia decisiva en la definición de prioridades y objetivos, describiendo a los drones ucranianos como una ‘herramienta’ para socavar la economía rusa y presionar a Putin en busca de una resolución diplomática.
Desde sus inicios, Trump ha criticado abiertamente a Putin, especialmente después de la cumbre en Alaska, y ahora apoya públicamente ataques de largo alcance, considerándolos un medio para presionar a Rusia.
En Kiev, discuten activamente la posibilidad de recibir misiles de largo alcance, incluido el Tomahawk, que podrían cambiar de forma significativa la dinámica en el campo de batalla.
La colaboración continúa, y las autoridades ucranianas aseguran que obtener tal armamento es fundamental para fortalecer su defensa.
