El despertar de microbios de la permafrost terrestre y su posible influencia en el cambio climático

Un equipo internacional de científicos de la Universidad de Colorado en Boulder ha realizado un descubrimiento revolucionario al extraer microorganismos que estuvieron atrapados en la permafrost durante decenas de miles de años.
Estos microbios, algunos con una antigüedad de hasta 40,000 años, quedaron congelados en capas de suelo, hielo y rocas que cubren casi una cuarta parte de la superficie del hemisferio norte.
La permafrost actúa como una especie de cápsula del tiempo natural, resistiendo en su interior restos de plantas y animales antiguos, así como una gran variedad de microorganismos congelados en el tiempo.
La preocupación principal de los científicos radica en qué sucede cuando esta capa de hielo se derrite debido a los efectos acelerados del cambio climático.
Cuando el permafrost se descongela, los microbios pueden reactivar su actividad, formando colonias que podrían influir de manera significativa en los procesos climáticos de la Tierra.
Investigaciones recientes indican que estos microorganismos aún están vivos y son capaces de descomponer materia orgánica, liberando gases de efecto invernadero, como dióxido de carbono y metano, en la atmósfera.
Esto genera un problema complejo, ya que podría crear un ciclo de retroalimentación: a medida que se derrite el permafrost, libera gases que atrapan más calor, provocando un incremento en el calentamiento global.
Los expertos advierten que este ciclo puede intensificar aún más los cambios climáticos globales de forma impredecible.
Para estudiar estos procesos, los investigadores realizaron una expedición en un túnel de permafrost bajo el centro de Alaska, que se extiende más de 106 metros en el suelo congelado.
Dentro, percibieron un olor desagradable, akin a un sótano olvidado, que resulta típico en ambientes con actividad microbiana.
Se extrajeron muestras de capas de hielo con edades que varían desde miles hasta decenas de miles de años, y en laboratorios se analizaron, humedeciendo las muestras y cultivándolas a temperaturas que simulan las condiciones de verano en la región ártica.
Un aspecto importante de la investigación fue el uso de agua con deuterio, un isótopo pesado del hidrógeno, para rastrear cómo los microbios absorben agua y construyen membranas celulares.
Al principio, las colonias crecían lentamente; sin embargo, tras varios meses, algunas comenzaron a formar biopelículas visibles a simple vista.
Aunque estos microbios probablemente no representan una amenaza directa para el ser humano, su actividad indica que, en condiciones reales, podrían volverse altamente activos en unos meses, produciendo grandes cantidades de gases de efecto invernadero.
Este hallazgo refuerza la idea de que cada verano en el Círculo Polar Ártico refuerza el riesgo de aceleración del cambio climático debido a la actividad microbiana en la permafrost, que a su vez puede liberar todo el carbono almacenado en ella en forma de gases peligrosos, creando así un ciclo de retroalimentación que puede tener consecuencias catastróficas para el planeta.