Por qué la OTAN actúa con cautela al derribar aviones rusos que violan su espacio aéreo

En los últimos meses, la OTAN ha enfrentado una serie de incidentes que ponen en tensión su seguridad colectiva, específicamente la continua violación del espacio aéreo de los países miembros por parte de aviones rusos.
Durante semanas, estas incursiones incrementaron en frecuencia y gravedad, generando alarmas y respuestas militares ajustadas a los protocolos existentes, pero también a consideraciones políticas.
El 19 de septiembre, tres aviones ruso MiG-31 penetraron en el espacio aéreo de Estonia durante 12 minutos, acción que fue rápidamente interceptada por cazas NATO, incluidos los F-35 italianos que participan en la misión de patrullaje reforzada en los países bálticos.
A principios de mes, se registró también la entrada de drones rusos en Polonia, que fueron derribados por aviones F-16 polacos y F-35 holandeses, aumentando la tensión en la región.
La posición oficial de la alianza es que responderá en conformidad con el derecho internacional, empleando todos los recursos militares y no militares necesarios para garantizar la seguridad de sus miembros.
Sin embargo, las reglas específicas para el uso de la fuerza, que son confidenciales, regulan cómo y cuándo se puede actuar en estas situaciones.
Expertos y analistas señalan que, pese al aumento de la tensión, la estrategia de la OTAN es precautoria, buscando evitar una escalada que podría desembocar en un conflicto generalizado.
El Secretario General Jens Stoltenberg explicó que la decisión de no derribar inmediatamente los aviones rusos se basa en evaluaciones de riesgo y amenaza, considerando que en varias ocasiones los incidentes no han representado un peligro inminente.
Además, expertos militares como Jaak Tарієн indican que las respuestas de la alianza siguen los procedimientos establecidos, y que en épocas de paz, la fuerza no se emplea sin una amenaza clara y concreta.
La discusión sobre posibles cambios en las reglas de enfrentamiento continúa, con algunos países reclamando respuestas más rápidas y contundentes ante provocaciones similares.
La historia muestra ejemplos como el derribo de un avión ruso por Turquía en 2015, que evidencian los riesgos y las decisiones estratégicas involucradas.
En definitiva, la postura de la OTAN busca mantener un equilibrio delicado: mostrar firmeza y disposición de defender sus territorios, pero sin caer en una confrontación que pueda escalar a un conflicto global, respetando siempre los límites del derecho internacional y priorizando la estabilidad regional.