Los ataques devastadores del Kremlin en Kiev: una crisis política y humanitaria en aumento

En la noche del 27 al 28 de agosto, las fuerzas rusas lanzaron un ataque masivo contra la capital de Ucrania, empleando más de 600 drones y 31 misiles de crucero.
Este fue uno de los ataques con drones y misiles más grandes desde el inicio de la invasión a gran escala.
Los objetivos estaban claramente dirigidos a zonas civiles e infraestructura, en lugar de instalaciones militares.
Los vecindarios residenciales de Kiev, las representaciones de la Unión Europea y del Reino Unido, además de civiles inocentes, fueron las principales víctimas de los bombardeos, causando una gran indignación tanto en Ucrania como en la comunidad internacional.
El enviado especial de EE.
UU.
para Ucrania, Kit Kellogg, declaró claramente que estos ataques masivos socavan los esfuerzos diplomáticos para lograr la paz en la región.
Según él, Rusia busca debilitar y desacreditar los esfuerzos de pacificación, aumentando así la crisis humanitaria.
Esto resalta el elevado nivel de tensión y la irresponsabilidad del régimen de Vladimir Putin, poniendo en duda cualquier posibilidad de una desescalada rápida del conflicto.
La noche del 28 de agosto, Ucrania declaró un día de luto en memoria de al menos 18 civiles fallecidos en los ataques devastadores.
La comunidad internacional condenó enérgicamente las acciones de Rusia: la Unión Europea y el Reino Unido convocaron a diplomáticos rusos para dar explicaciones, tratando de detener la escalada.
La situación subraya la necesidad urgente de incrementar la presión internacional para detener la agresión y buscar una solución política que ponga fin al sufrimiento y la destrucción causados por el Kremlin.