Rusia se prepara para una nueva ronda de desafíos económicos: aumento de impuestos y recortes en gastos en medio de guerra y sanciones

En la actualidad, Rusia atraviesa un proceso complejo de adaptación a las nuevas realidades económicas, caracterizado por un aumento en la carga fiscal y recortes significativos en el gasto público.
Autoridades y analistas señalan que el país enfrenta una presión financiera considerable debido a una guerra prolongada con Ucrania que ya supera los tres años, además de las extensas sanciones que restringen los ingresos por exportaciones de petróleo y gas.
Moscú se prepara activamente para nuevos obstáculos económicos, intentando mantener elevados los gastos en defensa y seguridad, aunque el déficit fiscal ya alcanza cerca de 62 mil millones de dólares.
La caída en los precios de la energía y el impacto negativo de las sanciones han reducido los ingresos estatales y aumentado la inflación, complicando la estabilidad económica del país.
Las recientes negociaciones en Alaska entre el presidente Putin y el mandatario estadounidense Trump no lograron compromisos de cese de hostilidades, lo que otorga a Moscú una ventaja estratégica, pero también pone en riesgo su estabilidad financiera.
La economía muestra signos de enfriamiento: las tasas de interés, tras 20 años en máximos, empiezan a disminuir, pero el déficit continúa creciendo, y el riesgo de recesión se vuelve más evidente.
Los expertos subrayan que es imperativo iniciar una consolidación fiscal urgentemente, aunque dada la reducción de los ingresos por petróleo y gas y el aumento de los gastos militares, esta tarea resulta sumamente difícil.
A pesar de las promesas gubernamentales de reducir el gasto en defensa, las tendencias subyacentes muestran que estos gastos siguen siendo elevados, con proyecciones para el presupuesto de 2025 que asignan aproximadamente el 8 % del PIB a defensa y seguridad.
Asimismo, las predicciones indican un incremento en los gastos militares en los años venideros, presionando aún más las finanzas nacionales, mientras Rusia continúa financiando su guerra y fortaleciendo sus fuerzas militares.
Las reformas internas y los recortes en la educación y salud ya se reflejan en la proporción del PIB, lo que genera inquietud entre los economistas.
El principal desafío es elevar los impuestos y reducir el gasto social, condiciones indispensables para disminuir el déficit y mantener la estabilidad financiera en un contexto de guerra constante y sanciones.
La economía rusa atraviesa un largo proceso desde signos de crisis severa hasta una posible estabilización, pero los indicadores actuales reflejan un estado similar a un coma que requiere reformas radicales y una reorientación estratégica del presupuesto.