Secretos de la preparación: cómo la Oficina de Seguridad de EE.UU. organizó la cumbre de Trump y Putin en Alaska
El proceso de preparación para la reunión programada en los rincones más remotos de Estados Unidos — en Alaska — se convirtió en una verdadera prueba para las agencias de seguridad estadounidenses.
Según información obtenida de Bloomberg, todos los arreglos organizativos y de seguridad para este evento se transformaron en una carrera extremadamente tensa y rápida, puesta a prueba en el límite de las posibilidades.
Menos de una semana después del anuncio de las negociaciones, el único agente de la Secretaría de Seguridad responsable de las preparaciones comenzó a coordinar una operación sumamente compleja, involucrando a cientos de empleados y equipos especializados para garantizar la protección de ambos líderes.
Esto representó un desafío único, ya que era necesario asegurar la seguridad de los presidentes de EE.UU.
y Rusia simultáneamente en una pequeña región, donde cada uno está rodeado por una guardia armada y bien preparada.
Aunque las leyes de EE.UU.
permiten transportar armas y equipo de comunicación sin restricciones, los retos logísticos surgieron debido a las particularidades geográficas de Alaska: disponibilidad limitada de hoteles y un mercado de alquiler de autos escaso.
La mayoría de los recursos son transportados por avión desde el mainland, y la reunión tendrá lugar en la base militar de Elmendorf-Richardson, ubicada a menos de mil millas de Rusia.
Este lugar fue elegido por su posición estratégica, espacio aéreo controlado, accesos fortificados y contacto inmediato con unidades militares.
Según el gobernador de Alaska, Mike Dunleavy, esta base militar ayuda a resolver muchos problemas logísticos, especialmente durante la temporada alta de turismo, cuando los hoteles y vehículos escasean.
Para las delegaciones de ambos países, se siguen protocolos y planes logísticos minuciosos: cada vehículo, equipo de traducción, asignación de habitaciones y zonas seguras son coordinados de antemano y en acuerdo mutuo.
Expertos destacan que esto es uno de los encuentros diplomáticos más complejos en la historia reciente, con cada elemento de movilidad y seguridad cuidadosamente planificado y coordinado.
Importante mencionar que Rusia y EE.UU.
cumplen con las reglas de reciprocidad: la movilización de Putin será controlada por la seguridad rusa, mientras que la Secretaría de Seguridad de EE.UU.
supervisará la situación exteriormente.
Ninguna de las partes abrirá las puertas de la otra ni utilizará su transporte, para evitar provocaciones.
Incluso la distribución de traductores y las salas de conferencia, junto con zonas de espera seguras, se planifican por separado y con detalles específicos.
Actualmente, las preparaciones están casi finalizadas, en espera de la aprobación oficial por parte de las autoridades rusas.
Cientos de agentes ya han llegado a Anchorage, los hoteles del centro están llenos y los aeropuertos están preparados para los convoyes militares.
La policía local y los servicios de seguridad trabajan en una estrategia de alta alerta, garantizando la seguridad y el orden.
Trump, tras expresar sus expectativas para la cumbre, afirmó que espera resultados positivos, aunque mantiene precaución ante posibles imprevistos.
También criticó los comentarios del presidente ucraniano Zelensky sobre las enmiendas constitucionales necesarias para intercambios territoriales, enfatizando que estos asuntos deben resolverse en Ucrania.
A pesar de la tensión diplomática, esta cumbre se presenta como un evento crucial que puede influir significativamente en el rumbo de negociaciones internacionales futuras.