Antigua tradición africana de cooperación humana y aves en la caza de miel y su revitalización moderna

Chas Pravdy - 13 agosto 2025 13:02

En África, una práctica ancestral y única de caza de miel utilizando aves como colaboradores ha perdurado a lo largo de los siglos, representando un notable ejemplo de mutualismo, una relación ecológica en la que ambos organismos obtienen beneficios.

Esta tradición, especialmente vigente en Eswatini (antigua Suazilandia), consiste en que cazadores y apicultores colaboran con el ave conocida como “Voshki” (Indicator indicator), para saquear nidos de abejas silvestres.

El ave ayuda abriéndose camino entre los panales, facilitando a los humanos acceder a la miel y al cera sin dañar en exceso el ecosistema.

Esta interacción ejemplifica claramente un mutualismo auténtico: ambas especies mantienen su independencia y capacidad para sobrevivir por separado, a diferencia de la domesticación, que suele generar dependencia.

Aunque existen otros ejemplos históricos de cooperación humana con animales marinos como las orcas y los delfines durante labores de pesca, estas relaciones son muy escasas y no suelen mantenerse en el tiempo.

La relación con las aves Voshki es mucho más antigua, posiblemente con raíces que se remontan a miles o incluso millones de años, sustentada en las propiedades ópticas únicas de sus plumas, que facilitaban una puntería precisa en el pasado.

Lamentablemente, esta tradición ha ido decayendo en diversas regiones africanas, a medida que los conocimientos tradicionales se pierden si dejan de ser rentables.

Sin embargo, en Eswatini, la práctica aún persiste, especialmente entre los jóvenes que, además de cuidar del ganado, aprenden a ubicar los nidos y a capturar la miel mediante estas aves.

La transmisión del saber se realiza tanto de generación en generación como entre iguales.

Científicos advierten que alrededor de quinientas especies de aves podrían enfrentarse a la extinción en los próximos cien años, haciendo aún más importante la conservación de estas prácticas culturales.

En la actualidad, la tradición se ha modernizado: en lugar de usar semillas secas para hacer silbidos, los adolescentes emplean objetos como bolas de desodorante, manteniendo viva la técnica, aunque con modificaciones.

Este fenómeno demuestra que las tradiciones culturales vinculadas a la interacción con la naturaleza pueden adaptarse y perdurar en un mundo en constante cambio, siempre que sean valoradas y respaldadas por la comunidad.

La evidencia muestra que estos intercambios no solo conservan la biodiversidad, sino que también fortalecen la relación entre humanos y naturaleza, promoviendo un equilibrio sostenible.

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