La profunda crisis en la educación arquitectónica de Ucrania: desafíos, errores y el camino hacia la reforma

Chas Pravdy - 10 agosto 2025 13:05

En la Ucrania actual, donde la guerra continúa transformando paisajes y generando nuevos desafíos para la nación, se pone especial énfasis en el sistema de formación de futuros arquitectos.

La reconstrucción de ciudades, la creación de refugios y el desarrollo de espacios públicos requieren profesionales altamente capacitados que no solo tengan sensibilidad artística, sino también un conocimiento profundo del marco normativo, habilidades para trabajar en equipo, gestionar proyectos de gran escala y asumir responsabilidades por los resultados.

Sin embargo, el sistema de educación arquitectónica en Ucrania atraviesa una profunda problemática estructural.

Estas dificultades se hicieron aún más evidentes durante la pandemia de COVID-19, cuando la educación pasó a dictarse en línea.

Para la arquitectura, estos cambios fueron devastadores: la pérdida de experiencia práctica en modelos, proyectos, asesorías presenciales y trabajos manuales limitó la preparación de los estudiantes para el trabajo real.

Tras el estallido de la guerra en su escala total, la situación se agravó todavía más.

Muchos alumnos y jóvenes profesionales tuvieron que desplazarse, buscar refugio o colaborar en proyectos voluntarios de recuperación.

Este período evidenció la necesidad urgente de contar con arquitectos preparados para responder rápidamente a los desafíos y contribuir al fortalecimiento de las comunidades.

A nivel sistémico, una problemática clave reside en la desconexión entre teoría y práctica.

Los programas educativos muchas veces separan los conocimientos teóricos—como clases, historia y diseño—de las habilidades prácticas —como el desarrollo de proyectos, modelado y comprensión de normativa.

Esto provoca que los graduados ingresen al mercado laboral sin una comprensión sólida de los retos reales, teniendo que aprender muchas habilidades en la propia labor, lo que ralentiza su desarrollo profesional.

La solución pasa por una urgente reforma curricular.

Las escuelas privadas de arquitectura, que aplican enfoques más modernos, invitan a profesionales en activo, ofrecen programas acreditados adaptados a las demandas actuales y mantienen grupos reducidos para facilitar una formación de calidad y el acompañamiento cercano.

Aunque son costosas, priorizan la calidad sobre la cantidad.

Por otro lado, las universidades tradicionales conservan un carácter más arcaico, limitadas por la burocracia, métodos de enseñanza anticuados y poca interacción con profesionales en ejercicio.

Esto lleva a que muchos jóvenes arquitectos opten por la educación no formal, creando cursos propios, impartiendo conferencias en plataformas independientes o realizando talleres, para responder a las necesidades del mercado y mejorar sus habilidades.

La arquitectura moderna es una fusión de arte, ingeniería y funcionalidad, no solo formas o fachadas llamativas.

Debe reflejar valores, promover ambientes adecuados para la vida y tener en cuenta los desafíos actuales como la sostenibilidad y resiliencia.

Para lograr esto, se requiere una reforma integral que incluya actualización legislativa, revisión de normas y fomento de la innovación.

Actualmente, en Ucrania, los procesos legislativos son lentos y complejos; a veces, se requiere una burocracia excesiva, incluso en situaciones urgentes, como la aprobación de normativas para refugios, que se desarrolla apresuradamente sin una visión clara del futuro del país.

La falta de una visión a largo plazo sobre cómo debe ser Ucrania en 50 años también obstaculiza los cambios.

La formación de arquitectos debe dejar de ser una reproducción de modelos y transformarse en un espacio que fomente el pensamiento crítico, la responsabilidad y las habilidades prácticas.

Los futuros arquitectos deben entender que no solo diseñan edificios, sino que contribuyen a la configuración de entornos sociales y culturales que marcarán el destino del país.

Si se inician estos cambios ahora, en diez años Ucrania no solo tendrá ciudades reconstruidas, sino también una generación de arquitectos capaz de moldear el futuro, no solo de recuperar el pasado.

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