La economía de China: potencial, desafíos y horizontes futuros — un análisis profundo de la situación actual

Chas Pravdy - 03 julio 2025 08:02

El escenario mundial atraviesa un período de transformaciones profundas, en el que las hegemonías tradicionales lentamente ceden terreno a nuevos centros de poder que buscan definir su lugar en un sistema geopolítico y económico en constante cambio. Entre ellos destaca China, una nación que puede ser vista como un 'coloso de pies de barro' o, por el contrario, como un potencial nuevo líder mundial. El análisis del estado actual de la economía china revela que el país se encuentra en una fase de estabilidad inestable, susceptible a cambios rápidos provocados por diversos factores internos y externos. Para 2024, el Producto Interno Bruto (PIB) de China alcanza aproximadamente 18,4 billones de dólares, lo que equivale a algo más del 60% del PIB estadounidense, que supera los 29 billones de dólares. Sin embargo, estas cifras solo reflejan parcialmente la realidad, pues la economía interna de China está significativamente subestimada debido a manipulación de precios y controles cambiarios, que ocultan la verdadera magnitud de su PIB, estimada entre un 20% y un 30% por debajo de las cifras oficiales. Por ello, en términos de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA), China ya ocupa la primera posición en el mundo, superando a Estados Unidos. El punto de inflexión se produjo antes de la crisis financiera global de 2007, cuando el PIB chino era de alrededor de 3,55 billones de dólares, apenas un 24% del estadounidense. Para 2009, esta proporción había aumentado hasta el 40%, y en 2019, alcanzó el 66%. Después de la pandemia, en 2021, la relación subió al 75%, lo que generó la percepción de que China está a punto de alcanzar a Estados Unidos en potencial económico. Sin embargo, diversos factores como la devaluación del yuan, las crisis globales y la pandemia han evidenciado que el proceso todavía está en marcha, con obstáculos significativos en el camino. La historia, desde la Guerra Fría hasta la actualidad, muestra cómo las relaciones económicas entre China y EE.UU. se han visto influenciadas por eventos externos y políticas internas. La conclusión clave es que China ha mostrado una notable capacidad para fortalecer su posición durante crisis económicas, conflictos bélicos y recesiones globales, mientras que en periodos de estabilidad este avance puede desacelerarse. En 2024, la economía china crece alrededor del 5%, pero enfrenta desafíos como la reducción demográfica, la ralentización del consumo interno y la disminución de las inversiones extranjeras. Sin embargo, China continúa apostando por el desarrollo de industrias de alta tecnología, como vehículos eléctricos, semiconductores y robótica, para mantener su competitividad en las cadenas globales de valor. La inversión en manufactura y infraestructura aumenta, pero las inversiones extranjeras directas en algunos sectores disminuyen, promoviendo la búsqueda de nuevas formas de financiamiento mediante bonos y otros instrumentos internacionales. La población envejece rápidamente, y la ausencia de un sistema pensionista completo genera presión fiscal sobre las familias jóvenes, que deben cuidar a sus mayores, impactando en el consumo interno. Para afrontar esto, China podría revisar sus políticas sociales, incluyendo la implementación de pensiones universales y estimular el poder adquisitivo interno. La reciente encuesta poblacional confirma un aumento significativo en las empresas privadas y la creación de empleos en los sectores secundario y terciario, con más de 33 millones de entidades jurídicas y casi 429 millones de empleados, cifras superiores a las poblaciones combinadas de la Unión Europea y EE.UU., lo que refuta las teorías de sobreestimación demográfica. En general, China no busca aún la hegemonía global total, pero sí apunta a una influencia dominante en Eurasia, enfocándose en tecnologías innovadoras y en su mercado interno, especialmente en Asia. Su proceso recuerda las fases de transición de las economías occidentales hace medio siglo, en las que dejaron de basarse sólo en la producción para priorizar el consumo, proceso que China está en pleno desarrollo. Esta transformación sucede en un contexto donde las economías occidentales están en declive respecto a sus modelos sociales tradicionales, que luchan por adaptarse a la nueva realidad económica. Mientras China se encamina hacia su 'gran feria', las economías occidentales parecen retirarse, marcando un cambio en el equilibrio económico global.

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