Georgia por primera vez omite la guardia de honor para el voluntario local que luchó a favor de Ucrania

Un acontecimiento reciente y sin precedentes en Georgia ha causado revuelo en la opinión pública y representa un cambio significativo en las tradiciones nacionales de conmemoración de los héroes caídos. Por primera vez en la historia moderna del país, el cuerpo de un soldado georgiano que murió luchando junto a Ucrania y fue enterrado en Tbilisi, no fue recibido con la tradicional guardia de honor durante su regreso desde Ucrania. Esto ocurrió el sábado, cuando el ataúd de Vano Nadiradze, de 55 años y que falleció el fin de semana pasado, probablemente a causa de un ataque al corazón, llegó al aeropuerto de la capital. Lo notable es que esta situación contrasta marcadamente con casos anteriores, donde se organizaron ceremonias oficiales y guardias de honor en honor a los voluntarios georgianos que combatieron y murieron en Ucrania. El Ministerio de Defensa de Georgia aún no ha emitido un comunicado oficial respecto a este asunto. El ataúd de Nadiradze fue recibido por familiares cercanos, amigos y ciudadanos preocupados que conocían su historia y valoraron su contribución. Se sabe que desde el inicio de la invasión a gran escala en Ucrania, Nadiradze defendió ese país formando parte de la unidad de Seguridad de Ucrania (SBU). Además de su militancia, era una figura activa en los medios de comunicación y se dedicó a informar a la audiencia georgiana sobre los desarrollos de la guerra ruso-ucraniana. Según fuentes rusas, fue condenado en ausencia a 14 años de prisión por cargos de mercenarismo. Desde el comienzo de la guerra, más de 80 ciudadanos georgianos han perdido la vida combatiendo en Ucrania, incluyendo residentes de larga data y voluntarios que llegaron en las primeras etapas del conflicto. A principios de este año, murió el combatiente Kaha Tilidze, y a finales de 2024, en la región de Kursk, falleció el voluntario Badri Kvaratskhelia. Estos sucesos evidencian el alto grado de sacrificio del pueblo georgiano y reflejan las complejidades y el costo emocional del conflicto actual, impulsando un debate sobre la forma en que el Estado debe reconocer la valentía y el sacrificio de sus ciudadanos caídos.