Las fuerzas del orden rusas usaron mano dura contra ciudadanos azerbaiyanos en Ekaterimburgo: mataron a dos y decenas sufrieron torturas

En Rusia se han vuelto a generar protestas y preocupación por las acciones violentas de las fuerzas de seguridad contra azerbaiyanos en Ekaterimburgo. Según información oficial, durante una operación especial se aplicaron torturas atroces, que provocaron la muerte de dos ciudadanos de Azerbaiyán y que decenas más sufrieron heridas físicas y psicológicas. La diplomacia ya ha intervenido en la situación, y las autoridades azerbaiyanas exigen a Rusia explicaciones y una mayor responsabilidad por las violaciones masivas de derechos humanos. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán expresó rotundamente su protesta por la violencia ocurrida durante la detención en la ciudad de Ekaterimburgo el 27 de junio. En su comunicado oficial en su página web, el ministerio señala que la operación del FSB, que las fuerzas rusas explicaron como una lucha contra un "grupo delictivo étnico", en realidad afectó a varias personas simplemente por su pertenencia étnica. La información preliminar indica que la detención estuvo relacionada con un viejo caso criminal —el asesinato de un ciudadano azerbaiyano, Yunis Pashaev, ocurrido hace casi 25 años cerca del restaurante "Caspio", propiedad de la familia Safarov. Al mismo tiempo, han emergido en los medios testimonios impactantes de testigos y defensores de derechos humanos. Según informes periodísticos, durante los registros y las detenciones las fuerzas rusas usaron métodos extremadamente violentos: torturas constantes a los detenidos durante el día y la noche, golpeándolos contra el suelo, empleando cinturones metálicos e incluso sometiéndolos a descargas eléctricas. Se puede imaginar claramente —sin la menor base legal ni respeto por los procedimientos jurídicos. Se sabe que a algunos se les obligaba a desvestirse completamente, y que en presencia de mujeres y niños se usaron sillas y distintas formas de violencia física, lo que ha generado indignación no solo en Azerbaiyán, sino también en círculos internacionales de derechos humanos. Se informa que a algunos detenidos se les advirtió que o serían asesinados, o serían enviados a la horca en el contexto de la guerra en Ucrania. Bakú ya ha condenado las acciones de Rusia: en un comunicado del Ministerio de Exteriores se destaca que el incidente genera profunda preocupación y requiere una investigación imparcial y urgente. El viceministro subrayó que espera que las autoridades rusas expliquen la situación y responsabilicen a los culpables. Además, se informa que muchas de las personas detenidas tenían solo entre tres y cuatro años en el momento en que se inició el caso oficial; lograron evitar el arresto gracias a la intervención de organizaciones de derechos humanos y estructuras de la diáspora. El proceso judicial contra los ciudadanos azerbaiyanos está programado para el 29 de junio en Ekaterimburgo. Otro aspecto crítico es la reacción de las estructuras diplomáticas. Azerbaiyán convocó en Bakú al embajador interino de Rusia para expresar su protesta y presentar una nota oficial. Al mismo tiempo, en Bakú se continúa trabajando en la transferencia de los cuerpos de los hermanos Safarov, quemados en la operación especial del OMON. Allí consideran que estas acciones de Rusia socavan la confianza y profundizan el conflicto entre ambos países. Cabe recordar que los hechos en Ekaterimburgo ocurrieron en un contexto de deterioro de las relaciones ruso-azerbaiyanas, tras el derribo en septiembre de 2023 por parte de la Defensa Antiaérea rusa de un avión con ciudadanos azerbaiyanos, en particular, un grupo civil con nobles intenciones de colaborar con Ucrania. En aquel momento, Putin se negó a pedir disculpas públicamente, lo que provocó una ola de protestas en Bakú. Las relaciones entre ambos países, que previamente habían sido bastante estables, ahora atraviesan una profunda crisis, en un período de confrontación, y la confianza entre los gobiernos se ha reducido significativamente. Todo esto añade una mayor preocupación por la naturaleza de los métodos empleados y la masividad de la violencia. Plantea interrogantes sobre el cumplimiento por parte del gobierno ruso de los estándares internacionales en materia de derechos humanos y acerca de posibles represiones selectivas contra ciudadanos de terceros países en territorios bajo su control. Los parlamentarios y defensores de derechos humanos en Azerbaiyán exigen investigaciones y responsabilización, e instan a las organizaciones internacionales a vigilar la situación y a evitar nuevas violaciones de derechos humanos. En definitiva, la situación revela la polarización y tensión en la región, lo que podría conducir a una escalada de conflictos y al aumento de enfrentamientos. El incidente en Ekaterimburgo se ha convertido en una de muchas ilustraciones de cuán difícil es mantener un equilibrio entre la lucha contra la delincuencia y el respeto por los derechos y libertades de las personas, especialmente en un contexto de alta tensión geopolítica.