Estados Unidos llevaron a cabo un ataque contundente contra los objetivos nucleares de Irán, utilizando bombas especiales para perforar búnkeres, informan fuentes autorizadas, entre ellas CNN, citando a altos cargos
Las agencias de noticias han averiguado que Washington empleó las llamadas "bunker buster" — bombas capaces de perforar incluso las estructuras defensivas más resistentes. Este ataque fue el primero de su tipo en el uso de municiones extraordinariamente potentes de este tipo y ha causado gran resonancia en círculos internacionales. Según fuentes, las Fuerzas Armadas estadounidenses utilizaron la bomba GBU-57A/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), también conocida como "destructora de búnkeres". Es una de las bombas de mayor potencia diseñadas para atacar objetivos fortificados con un alto nivel de protección. La Fuerza Aérea de EE.UU. indica que esta munición pesa más de 13,6 toneladas, y su carga explosiva consiste en 2,7 toneladas de explosivos capaces de atravesar varios metros de concreto y hormigón armado. La bomba de alta tecnología está destinada a destruir objetivos con alto nivel de protección, incluidos aquellos escondidos en refugios subterráneos, para impedir cualquier programa nuclear potencial del enemigo. Solo los bombarderos estratégicos B-2 Spirit pueden portar esta arma extremadamente pesada, y se sabe que precisamente estas aeronaves realizaron la operación. Los detalles sobre la cantidad de bombas lanzadas permanecen en estricta confidencialidad. Según fuentes, el 21 de junio fue la fecha del primer uso confirmado en combate de este armamento complejo. En consecuencia, los enfrentamientos en esta parte del mundo adquirieron inmediatamente un nivel de gravedad y tensión nuevo. La reacción desde Washington fue contenida pero definida: el presidente Donald Trump afirmó que el objetivo de la operación era destruir los objetivos nucleares en Irán para evitar el desarrollo de armas nucleares, y no provocar un conflicto. En su discurso, subrayó que EE.UU. buscaban destruir todo lo que pudiera ser utilizado para fabricar armas de destrucción masiva, y aseguró a la comunidad internacional que todos los objetivos nucleares clave en Irán estaban "total y definitivamente destruidos". Trump enfatizó que EE.UU. actuaron en conformidad con los más altos estándares de necesidad, y añadió que el país se defenderá con cualquier medio. En respuesta, Irán reaccionó con enojo y movilización: el ministro de Asuntos Exteriores, Abás Araghí, declaró que Irán se reserva todas las opciones para proteger su seguridad nacional. El presidente del país llamó a la unión y a la prudencia, advirtiendo a la vez que las fuerzas iraníes están listas para responder a cualquier coste. Más detalles sobre la decisión de los Estados Unidos de usar este armamento de alta tecnología y las consecuencias políticas pueden encontrarse en la publicación que analiza: "Nadie sabe lo que quiero hacer: cómo Trump prepara la decisión de una guerra de EE.UU. contra Irán". En general, la operación evidencia un nuevo nivel de escalada militar en la región y demuestra la disposición de EE.UU. a emplear armamento avanzado para lograr sus objetivos estratégicos. Al mismo tiempo, el alto nivel de secreto en torno a esta operación y sus efectos genera muchas preguntas en la comunidad internacional sobre posibles acciones futuras y la estabilidad en la región.