El líder de las fuerzas de oposición en Hungría lanzó una amplia crítica contra el llamado «referéndum» de Viktor Orbán sobre el apoyo a Ucrania

Chas Pravdy - 21 junio 2025 11:17

Según el presidente del partido "Tisa", Péter Madyar, el proceso de consulta organizado por el gobierno de Viktor Orbán es más un fracaso de una ilusión que una verdadera expresión de voluntad de los húngaros. En una extensa declaración publicada en la red social Facebook, Madyar no contuvo sus emociones y mencionó la participación sin precedentes, que, según él, no superó las 600 mil votantes, además claramente falsificada. Esto, en su opinión, constituye el peor resultado en la historia de todas las consultas nacionales organizadas por el gobierno, y añadió que solo se puede sacar la conclusión de una total ineficacia de la política de juego de Orbán en materia de movilización ciudadana en temas importantes para el país. “En lugar de reuniones abiertas y transparentes, discusiones y debates, el gobierno se limitó a enviar cartas y a realizar una campaña publicitaria masiva, que fue financiada con aproximadamente 10 mil millones de forints – es decir, alrededor de 28.600 dólares estadounidenses”, subrayó el político. Según sus palabras, ese dinero podría haberse utilizado de manera mucho más racional, por ejemplo, para la reparación de hospitales, mejorar el sistema de salud o modernizar la infraestructura ferroviaria. Según el líder de "Tisa", este gasto es un ejemplo de corrupción y un uso irresponsable de los recursos estatales en un contexto en el que los problemas reales del país permanecen fuera del radar de las autoridades. Péter Madyar enfatizó que las acciones del gobierno no son tanto un intento de escuchar la voz del pueblo, sino una manipulación de la opinión pública y un desprecio por las necesidades reales de los ciudadanos. “El fracaso, un gobierno corrompido, la falta de un diálogo real — eso es lo que caracteriza a esta campaña tras bambalinas”, concluyó. El contexto de este escándalo se remonta a la primavera de este año, cuando el Primer Ministro Viktor Orbán anunció la realización de la llamada "consulta nacional" respecto a la política de apoyo a Ucrania y su membresía en la Unión Europea. El 19 de abril, en el país comenzaron las distribuciones de boletas para votar, promoviendo directamente que los ucranianos votaran en contra de la adhesión del país a la UE. El propio Orbán votó públicamente en contra de esa cuestión, lo que generó críticas por parte de los opositores. Particularmente polémico fue un video publicado por su aliada, Alexandra Szentkirályi. En el video, en un estilo propio de propaganda, la mujer hablaba sobre la creciente amenaza del tráfico de órganos humanos, la trata de personas y el narcotráfico en caso de que Ucrania ingrese en la Unión Europea. Días después, Orbán difundió otro video en el que instaba a no apoyar la adhesión de Ucrania a la UE y sugería una posible participación de los húngaros en la guerra, lo cual se considera parte de su táctica política para moldear la opinión pública. Estas acciones reflejan activamente las ambiciones políticas internas del primer ministro húngaro, quien busca aprovechar los sentimientos antirrusos y la creciente resistencia a la integración europea para fortalecer su posición de cara a las elecciones. Al mismo tiempo, estas iniciativas enfrentan críticas de la oposición, que acusa al gobierno de manipulación y de una falta de cooperación honesta con la ciudadanía. Así, la situación en torno al "referéndum" y la política de Orbán respecto a Ucrania vuelve a poner en evidencia la polarización en la sociedad húngara y la lucha por la aceptación pública. El fracaso de las intenciones gubernamentales, la dependencia de la propaganda y los fondos opacos de la campaña generan cada vez más dudas sobre las verdaderas intenciones del poder y su capacidad de responder adecuadamente a los desafíos actuales. En un contexto en el que la idea de una integración europea de Ucrania sigue siendo un tema vigente y urgente para muchos países, el comportamiento del gobierno húngaro continúa poniendo en duda su capacidad para ser un socio responsable y transparente en la comunidad europea.

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