Bielorrusia, bajo presión de EE

UU., ha liberado a otros 13 presos políticos: un paso hacia el diálogo En el contexto de relaciones diplomáticas tensas entre Bielorrusia y Estados Unidos, en el día previsto para la visita del enviado especial estadounidense Keith Kellogg a Minsk, el régimen bielorruso dirigido por Alexander Lukashenko dio un paso importante: se han liberado a otros 14 presos políticos, entre ellos el conocido opositor Serguéi Tikhonovski. Esto es una señal significativa que justifica los intentos de acercamiento diplomático y posibles esfuerzos por mejorar las relaciones entre ambos países. Según cálculos de organizaciones de derechos humanos, en la lista de liberados se encuentran no solo Serguéi Tikhonovski — esposo de Sviatlana Tikhonovskaya y una figura clave de la oposición bielorrusa— sino también otros cinco presos políticos. Entre ellos están Natalia Dulina, Igor Korney, Galina Krasnyanskaya, el activista japonés-bielorruso Akihiru Gaievski-Hanada y Kirilo Balahonov. Sin duda, esto representa un paso importante hacia la distensión en la vida política interna del país y una muestra de posible diálogo político. Fuentes del corresponsal de "European Pravda", citando al medio bielorruso "Nasha Niva", informan que esta liberación ocurrió justo antes de la visita a Minsk de Keith Kellogg, enviado especial de la Casa Blanca para el presidente de EE. UU., Donald Trump. Los diplomáticos estadounidenses destacan que fue un gesto simbólico dirigido a mejorar las relaciones con el régimen bielorruso, cuyas relaciones tibias hace tiempo son objeto de crítica internacional. El subjefe del equipo de prensa de Kellogg, John Cole, expresó: “El liderazgo firme de la administración del presidente Trump en esta situación contribuyó a que hoy salieran de las cárceles bielorrusas 14 presos políticos. Quiero agradecer al gobierno de Lituania por su activa cooperación y apoyo — siguen siendo para nosotros aliados y amigos confiables en este proceso”. Sin duda, un elemento importante de este gesto fue el apoyo de Lituania, que en la arena internacional ha abogado por aumentar la presión sobre el gobierno bielorruso en relación con la situación de derechos humanos. Según "Viasna", los liberados ya están siendo acompañados hacia Lituania. Es decir, se les ha trasladado allí, a un futuro todavía indefinido, por expertos de la comunidad humanitaria y de derechos humanos internacional. Sin duda, esto abre una nueva página en la cooperación entre EE. UU., Lituania y la oposición bielorrusa. ¿Qué precedió a esta decisión y es un indicio de una mejora gradual del régimen autoritario en Bielorrusia? Un ejemplo puede ser la visita a Minsk el 21 de junio del enviado especial de Trump, Keith Kellogg, quien se reunió con el presidente autoproclamado Aleksandr Lukashenko ese día. Según información proporcionada por diplomáticos, la administración de EE. UU. ha estado discutiendo desde hace tiempo estrategias para sacar a la política bielorrusa de la influencia de Moscú y acercarla a los valores y estándares occidentales, aunque con posibles dificultades residuales y obstáculos. En general, este hecho indica un cambio serio en los enfoques diplomáticos y potencialmente nuevas posibilidades para el diálogo diplomático. Es evidente que Washington no solo busca castigar al régimen de Lukashenko por sus represiones, sino crear condiciones para una situación política más abierta en el país, involucrando a socios europeos en el proceso. Tras las crisis de invierno y primavera en la sociedad y el escenario político bielorruso, la liberación de presos políticos se convierte en una de las primeras señales sorprendentes de una posible política de cambio del régimen. Al mismo tiempo, las máscaras han caído: este paso indica tanto presión externa como la incomodidad del sistema autoritario para perder completamente el control de la situación, pero también cierta disposición diplomática. Al analizar el contexto, se puede suponer que los líderes de EE. UU. y sus aliados europeos buscan aprovechar esta situación para aumentar su influencia en la región, favoreciendo un alejamiento progresivo de Bielorrusia de la influencia política y económica rusa. Para el régimen actual, esta contención puede ser un primer paso hacia un diálogo más completo, pero también una posible base para futuros compromisos internacionales y internos. Por lo tanto, los eventos actuales pueden considerarse como uno de los pasos diplomáticos y internos posibles en la estrategia a largo plazo para transformar el clima político en Bielorrusia. Por supuesto, aún falta ver proyectos documentales o públicos al respecto, pero una cosa está clara: en las relaciones entre Minsk y Washington se ha iniciado, quizás, una nueva etapa cuyos resultados podrían alterar significativamente el panorama político del país.