En Alemania, las palabras del político alemán Friedrich Merz provocaron una gran repercusión, en las que expresó su opinión sobre el papel de Israel en la brillante y, al mismo tiempo, conflictiva partida geopolítica en Oriente Medio

Normalmente moderado en sus declaraciones públicas, el político de la Unión Demócrata Cristiana hizo una declaración ambigua, calificando los golpes israelíes contra Irán como “trabajo sucio” que Tel Aviv realiza para defender sus intereses. Esta declaración provocó de inmediato una oleada de críticas severas entre representantes de distintos partidos políticos en Alemania, quienes señalaron la inapropiedad de tales formulaciones en un momento tan complejo y delicado. Con una reacción emotiva, se pronunció la Vicepresidenta del grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata en el Bundestag, Zimtje Meller, quien hizo un llamado a los políticos a ser más cuidadosos en sus expresiones, dada la extrema delicadeza de la situación en Oriente Medio. Según ella, en momentos de agravamiento de los conflictos militares y tensión en las relaciones internacionales, es especialmente importante mostrar contención diplomática y evitar declaraciones populistas que solo puedan avivar aún más el fuego del conflicto. También recibieron fuerte crítica las voces provenientes de las alas opositora y liberal del espectro político. El diputado del Bundestag y experto en política exterior, Ralf Stegner, señaló que las palabras de Merz “causan sorpresa” y “no reflejan la posición de los socialdemócratas”, resaltando la necesidad de expresarse de manera más precisa y responsable por parte del liderazgo del país en estos tiempos difíciles. Asimismo, no se quedaron al margen los representantes de Los Verdes. Anton Gofrayer criticó las declaraciones de Merz, destacando que tal retórica es inadecuada y no corresponde a las expectativas actuales de la sociedad. Según sus palabras, como muestran las encuestas, del 80 al 90 por ciento de los iraníes están en contra del régimen islamista en Teherán, por lo que las operaciones militares podrían tener consecuencias imprevisibles, incluido el fallecimiento de civiles, muchos de los cuales pueden estar en contra del régimen. La Líder del grupo parlamentario de Los Verdes, Luise Amtzberg, subrayó: “En lugar de comentarios cínicos e inadecuados por parte de la canciller, espero esfuerzos activos del gobierno para resolver diplomáticamente esta tensa situación que se está desarrollando en Oriente Medio”. Por su parte, el portavoz del Partido de Izquierda, Sören Pellmann, calificó la posición de Merz como “una renuncia a los principios del derecho internacional” y “la adopción de una lógica de la fuerza”. Según él, tales declaraciones dañan la autoridad internacional de Alemania, socavan la reputación del país en el escenario diplomático y afectan negativamente su papel en las organizaciones globales, especialmente en la ONU. Otra fuente de indignación fue la postura pública de Merz, quien afirmó estar agradecido a Israel por “acciones dirigidas contra Irán” y las describió como “trabajo sucio” que este aliado realiza “para todos nosotros”. En definitiva, esta retórica por parte del político alemán causó gran repercusión en los medios y en la opinión pública, aumentando la tensión en el discurso interno-político en el contexto del conflicto global. En general, la situación se agravó aún más en el plano internacional, cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo declaraciones duras en contra de Irán y su líder espiritual, el ayatolá Ali Khamenei. Trump amenazó con una “rendición incondicional” del gobierno iraní, y el mismo día por la mañana advirtió a Washington que cualquier participación en operaciones militares contra Teherán podría acarrear “consecuencias irreparables” para Estados Unidos. En medio de estos acontecimientos, es especialmente importante reaccionar con prudencia y responsabilidad en el nivel diplomático, evitando provocaciones y palabras impulsivas que puedan escalar aún más el conflicto. En estas condiciones, la retórica pública habitual no puede contribuir a mantener la estabilidad internacional, y las palabras de los políticos deben ser ponderadas y equilibradas para no convertirse en herramientas de agresores y agentes de conflictos. Los eventos en Oriente Medio siguen siendo el desafío más complicado y peligroso para la comunidad mundial.