El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Andriy Sibiga, criticó enérgicamente la última ola masiva de ataques con misiles y drones por parte de Rusia contra territorio ucraniano, que tuvo lugar en la madrugada del 17 de junio

Chas Pravdy - 17 junio 2025 09:21

Al comentar sobre esta agresión, el diplomático enfatizó que el Kremlin lleva a cabo estos golpes de manera intencionada justo durante la cumbre del G7, uno de los foros internacionales más importantes donde los líderes de las principales naciones del mundo se reúnen para discutir asuntos globales. Según Sibiga, esta decisión es un paso consciente y deliberado de Moscú, destinado a mostrar una despreciable falta de respeto hacia los esfuerzos y llamados internacionales para detener la guerra. «Rusia hace esto a propósito, precisamente durante la cumbre del G7, para mostrar su fuerza y señalar su desobediencia a las normas y requisitos internacionales. Envía una señal de total desprecio a EE.UU., Europa y otros socios que llaman a detener las masacres y a iniciar un diálogo diplomático», resaltó Sibiga. El ministro subrayó que no es la primera vez que Moscú escoge deliberadamente el momento de sus ataques para demostrar su resistencia, ignorando los llamamientos internacionales a la paz. El jefe del Ministerio de Exteriores de Ucrania agregó que Rusia no solo rechaza cualquier intento de alcanzar un alto el fuego o reanudar las negociaciones entre las partes en conflicto. Por el contrario, el Kremlin realiza ataques cínicos contra infraestructura civil y viviendas de ucranianos, fingiendo buscar vías diplomáticas para resolver la crisis. En opinión de Sibiga, esto constituye un desafío abierto a la comunidad internacional y, en particular, a aquellos países que intentan promover la paz y la estabilidad en la región. Según informan los servicios ucranianos, la ofensiva nocturna fue de gran escala. Las fuerzas rusas lanzaron decenas de drones y misiles de diferentes tipos, enfocando sus objetivos en instalaciones civiles en toda Ucrania. La zona más afectada fue Kiev, donde se registraron fuertes explosiones que causaron daños significativos en la infraestructura. Según datos preliminares, en la capital varias personas resultaron heridas, con más de 40 lesionadas y el número de víctimas mortales ascendió a 14. Los primeros informes indicaron que un misil balístico ruso destruyó un edificio residencial de nueve pisos, provocando la destrucción completa de uno de los accesos y dejando a varias decenas de personas bajo los escombros. Ihor Klymenko, ministro del Interior de Ucrania, informó que el objetivo de los misiles rusos fue un rascacielos residencial en el centro de Kiev. Según él, el ataque evidenció la intención clara de Moscú no solo de causar daños considerables, sino también de aterrorizar a la población, destruyendo la vida pacífica y dejando a los ucranianos en un estado de miedo e incertidumbre. Como señaló la autoridad, a pesar de las expectativas de la comunidad internacional y los llamados a la paz, Rusia continúa de manera sistemática y cínica ignorando cualquier esfuerzo diplomático y sigue librando la guerra a una escala brutal. Este ataque nocturno ha sido un recordatorio más de la complejidad y la ferocidad de la situación en Ucrania. Una vez más, subraya la coherencia de la estrategia de Rusia: mostrando su rechazo a cualquier iniciativa pacífica y jugando directamente con el caos y el miedo en los corazones de los ucranianos. Mientras el mundo llama al diálogo y busca un camino hacia una paz justa, el Kremlin mantiene su táctica de intimidación y terror, intentando consolidar su influencia en la región y demostrando su independencia de los valores y reglas internacionales.

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