La Fuerza de Defensa de Israel (IDF) ha emitido un comunicado oficial acerca de la nueva escalada de tensión en Oriente Medio, informando sobre un masivo ataque con misiles por parte de Irán en territorio israelí

Según datos publicados en la noche del 13 de junio, las fuerzas iraníes lanzaron aproximadamente 150 misiles balísticos hacia Israel, constituyendo uno de los ataques con misiles más grandes en los últimos años. Este intenso impacto fue una respuesta a las operaciones aéreas israelíes en Irán y sus alrededores, realizadas días antes, y agravó aún más el conflicto en una región ya tensa. Según la IDF, varios objetivos en territorio israelí fueron alcanzados por los misiles. De los 150 lanzamientos que las fuerzas militares iraníes planean identificar como “contrataque”, se registraron en total nueve impactos en diferentes áreas de Israel. Como resultado del ataque, al menos 15 civiles resultaron heridos de diversa gravedad. Lo que más preocupa es que los misiles iraníes no solo apuntaron a objetivos militares, sino también a zonas pobladas de civiles, lo que provocó indignación y condena por parte del gobierno israelí. El Ministro de Defensa de Israel, Beny Gantz, enfatizó en su declaración que un alcance tan amplio de lanzamiento de misiles ha cruzado “líneas rojas”. En su opinión, las acciones de Irán demuestran descaro y negligencia respecto a la seguridad civil, y no quedarán sin respuesta. Según altas fuentes, las Fuerzas Armadas israelíes están en estado de alerta máxima y documentan medidas prontas para responder en caso de mayor escalada. Paralelamente, fuentes en medios estadounidenses, como Axios, informaron que Estados Unidos ha intensificado su cooperación con Israel en la interceptación de misiles iraníes. La información indica que Washington proporciona a Israel tecnologías modernas y apoyo de inteligencia para contrarrestar eficazmente los sistemas balísticos iraníes, con el fin de reducir potenciales pérdidas y proteger a la población civil. En el contexto de la historia del conflicto, la noche del 13 de junio estuvo marcada por varias operaciones en dos frentes. Las fuerzas israelíes llevaron a cabo ataques masivos en varias instalaciones importantes en Teherán, en sus alrededores y en otras zonas urbanas del país. Israel describió estas acciones como una operación preventiva para destruir los programas nucleares iraníes y detener desarrollos militares que amenazan la seguridad regional. Durante estos ataques, se eliminaron varios altos funcionarios de las fuerzas armadas iraníes, incluida la general de división Hossein Salami, comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), así como expertos nucleares clave. Informes de los servicios de inteligencia israelíes confirmaron que, a raíz de esto, se perdieron profesionales especializados en las áreas del IRGC y del programa nuclear, lo que complica aún más la reputación y las actividades del régimen iraní. Teherán respondió a las provocaciones con una advertencia propia: el gobierno iraní prometió que su respuesta a los ataques israelíes no tardará en llegar. El general de brigada Abolfazl Shekarchi, portavoz de las Fuerzas Armadas de Irán, declaró que Teherán hará todo lo posible para lanzar un contraataque adecuado y advirtió que Estados Unidos “pagará caro” por su política y apoyo a las fuerzas israelíes. Añadió que planean actuar de manera decisiva y con máxima dureza, independientemente de los esfuerzos de actores globales para evitar una escalada. La situación en la región sigue siendo tensa, y los expertos pronostican que las consecuencias de esta nueva ola de conflicto podrían ser duraderas. El aumento de la tensión entre estados y la imprudencia de cualquiera de las partes podrían desembocar en una guerra a gran escala, con graves repercusiones no solo para la región, sino también para la seguridad mundial. A todos los involucrados en el conflicto se les recuerda que una escalada puede convertir esta situación en una catástrofe mucho peor que cualquier anterior.