La Casa Blanca expresó su disposición a reanudar el diálogo con Corea del Norte; sin embargo, por el momento no hay señales oficiales del líder Kim Jong Un

Según la portavoz de la Casa Blanca, Caroline Leavitt, la administración estadounidense está activamente dispuesta a volver al proceso de negociaciones con Pyongyang, pero actualmente no hay indicios de interés por parte del liderazgo norcoreano. En sus últimas declaraciones, las autoridades de EE. UU. destacaron que el presidente Donald Trump mantiene abierta la posibilidad de diálogo con Kim Jong Un y expresa su deseo de lograr avances en este ámbito, siempre y cuando se tomen medidas concretas. "El presidente sigue dispuesto a comunicarse con el líder de Crimea del Norte y desea ver cómo se desarrollan los acontecimientos, incluidos aquellos que comenzaron durante la histórica cumbre en Singapur", afirmó Leavitt en respuesta a preguntas de periodistas y medios. Al mismo tiempo, subrayó que, según información de los medios, en Washington circulaban rumores de que Trump habría intentado enviar una carta a Kim Jong Un, pero, según informes, el líder norcoreano habría rechazado recibirla. Esto generó mayores especulaciones sobre el estado de las relaciones diplomáticas y la posible reanudación de las negociaciones. A principios de abril, el presidente de EE. UU. no descartó la posibilidad de establecer contacto con Corea del Norte en el futuro y reiteró que mantiene "muy buenas relaciones" con Kim Jong Un. Según sus palabras, esto abre camino a posibles nuevas reuniones y consultas. Tras estas declaraciones, en la administración estadounidense comenzaron a discutir activamente los pasos a seguir, incluyendo maneras de restablecer la comunicación con Pyongyang. En general, la situación sigue siendo tensa, pero abierta a un posible diálogo. Hasta ahora no se han recibido señales oficiales sobre acuerdos específicos o invitar a negociaciones, aunque las discusiones sobre posibles escenarios de desarrollo continúan. Según los expertos, los esfuerzos de Washington muestran que la administración no renuncia a la idea de resolver diplomáticamente el conflicto en la península coreana, aunque mantiene cautela respecto a la reacción de Pyongyang y su líder.