Amenaza de una nueva ola de deportaciones masivas: miles de migrantes serán enviados en secreto a Guantánamo; aumenta la tensión y surgen nuevas disputas en EE

UU. Circula en círculos diplomáticos y jurídicos de EE. UU. la información que podría desencadenar una explosión silente de nuevas crisis migratorias. Según una publicación estadounidense de renombre, The Washington Post, en estos días la administración de Donald Trump se prepara para ejecutar un plan secreto a gran escala que trasladará a miles de extranjeros que se encuentran ilegalmente en territorio estadounidense a la base militar en Guantánamo. Esta noticia ha generado una fuerte conmoción tanto en Estados Unidos como en la arena internacional, ya que se trata de un plan que podría afectar seriamente la imagen de Estados Unidos y poner en duda su política migratoria. Fuentes autorizadas con las que colabora la redacción informan que las conversaciones sobre la preparación de la evacuación de miles de migrantes llevan iniciadas desde principios de semana. Según sus testimonios, la administración del presidente Trump planea informar de estas acciones de manera no oficial a los gobiernos de países extranjeros, en particular a naciones aliadas de Europa como Reino Unido, Francia, Alemania, así como a países vecinos de la región de Europa Central y del Este, incluyendo Polonia, Lituania, Italia e Irlanda. Sin embargo, no todos los países recibirán notificaciones directas: las autoridades estadounidenses prefieren realizar esta operación en secreto, sin advertir a las misiones diplomáticas. Uno de los pasos clave en la preparación es el examen médico de aproximadamente nueve mil personas. Esto se realiza para determinar su capacidad física y psicológica para soportar una estancia prolongada en un régimen cerrado. No obstante, expertos y críticos señalan que la cuestión de alojar a esa cantidad de personas en la prisión militar de Guantánamo genera serias dudas: ¿podrá la base, que ya se asemeja a una cárcel militar, afrontar esta tarea? Según fuentes extraoficiales, en 2024 se planea trasladar a unos 30,000 migrantes, lo que constituye un aumento drástico y significativo respecto a las pocas centenas que habían en esa base a principios de año. Además, en un documento revisado por fuentes informativas, se señala que la política activa de mantener migrantes en Guantánamo busca también otros objetivos: crear condiciones para su permanencia más prolongada. Esto genera preocupación entre los defensores de derechos humanos, ya que la práctica de retener personas en esas condiciones es considerada una violación de los estándares internacionales de trato humanitario, especialmente teniendo en cuenta que, anteriormente, la base funcionaba como uno de los principales centros de detención de sospechosos de actividades terroristas. Dentro de la narrativa oficial, representantes del gobierno de EE. UU. aseguran que estas medidas están destinadas principalmente a descongestionar los centros internos de detención de migrantes, que ante las promesas de Trump de llevar a cabo la campaña de deportaciones más masiva en la historia del país, se vuelven cada vez más saturados e ineficaces en la gestión de recursos humanos. La explicación es que la necesidad de ampliar espacios surge porque muchos migrantes provenientes de países en conflicto armado o crisis internas ya se encuentran en territorio estadounidense de manera ilegal. Sin embargo, críticos afirman que estos planes, que podrían cambiar radicalmente el statu quo de la política migratoria estadounidense, parecen una reacción irresponsable e incluso provocadora ante desafíos externos. En cuanto a posibles reintentos de usar Guantánamo nuevamente, informantes del sector de defensa e inmigración resaltan que actualmente la base continúa sirviendo como instalación para presos militares y sospechosos de terrorismo, y su capacidad para alojar a miles de nuevos detenidos sin inversiones adicionales deja mucho que desear. Funcionarios indican que el programa de traslado de prisioneros desde Guantánamo hacia suelo estadounidense fue discutido activamente en 2006, cuando la Corte Suprema dictaminó que los detenidos estaban protegidos por las normas de la Convención de La Haya. Entonces se estableció como objetivo cerrar esa prisión militar y transferir a algunos de sus presos a establecimientos civiles en los estados, proceso que aún es largo y tenso. Ahora, parece posible un regreso a políticas más duras, lo que implica un endurecimiento en las medidas de inmigración y seguridad en EE. UU. Es evidente que los pasos futuros de la administración Trump generarán no solo rechazo interno sino también una reacción crítica entre aliados estadounidenses y organizaciones internacionales de derechos humanos. La mayoría de los migrantes que se planea deportar o transferir a Guantánamo están en EE. UU. de manera ilegal. Aunque varios países han manifestado su disposición a recibir a sus nacionales y colaborar en temas migratorios, en realidad, actuar rápidamente no ha sido fácil, y la coordinación sigue siendo débil. Este plan, susceptible de cambios y ajustes, vuelve a señalar un fortalecimiento de las políticas radicales que se alejan de los enfoques democráticos tradicionales en materia de migración y seguridad. Se anticipa que, si se implementa, podría desencadenar un escándalo político y diplomático de magnitud, ya que la comunidad internacional y las organizaciones defensoras de derechos humanos volverán a cuestionar los valores y principios del mundo democrático, que, a raíz de esta iniciativa, estarían en entredicho. **Datos de referencia:** El campo de Guantánamo es un símbolo tangible de la historia militar profunda de EE. UU. Creado en 2002, esa instalación se hizo conocida en el mundo por su dureza, violaciones a los derechos humanos y secretismo. Allí se tuvieron detenidos sospechosos de terrorismo, muchos sin proceso judicial, lo que causó una resonancia internacional y polémicas abiertas. Como prisión militar y campamento, se convirtió en símbolo de los desafíos para el respeto de los estándares humanitarios y los derechos humanos. En 2006, la Corte Suprema de EE. UU. dictaminó que incluso los prisioneros de guerra deben ampararse por las normas de La Haya, y ese mismo año se planificó cerrar el centro y transferir a muchos de sus internos a procesos civiles y a instalaciones en los estados. Los acontecimientos relacionados con la posible reactivación de Guantánamo como centro para la detención de miles de migrantes generan profunda preocupación y un intenso debate sobre el destino de la política migratoria estadounidense y la reputación internacional del país.