Según la información de la agencia Bloomberg, los Estados Unidos de América se niegan a proporcionar ayuda en forma de sistemas de defensa antiaérea para apoyar las llamadas «fuerzas de garantía de la paz» en Ucrania, que constituyen un elemento clave en los planes de Gran Bretaña y Francia para crear un mecanismo de cese al fuego a largo plazo en territorio ucraniano

Chas Pravdy - 04 junio 2025 20:56

Esta noticia pone en duda las ambiciones de los aliados europeos respecto a la formalización de un sistema de protección confiable bajo la égida de Estados Unidos, lo que ha provocado una reacción enérgica entre los círculos políticos en Europa. Fuentes de Bloomberg informaron que, durante largas negociaciones con colegas estadounidenses, los representantes diplomáticos europeos llegaron a la conclusión de que la administración del presidente Donald Trump no está dispuesta a dar las garantías que los aliados europeos requerían con insistencia para apoyar la llamada " coalición de decididos". En esta etapa de las discusiones estratégicas, en las que participan altos funcionarios de Gran Bretaña y Francia, quedó claramente evidente que los Estados Unidos no piensan asumir la responsabilidad por la protección legal o política de la resolución del conflicto en Ucrania. En lugar de ello, según Bloomberg, los países europeos y sus socios continúan esperando que la parte estadounidense pueda al menos colaborar en inteligencia y vigilancia de la situación en la región. Esto incluye la posibilidad de obtener datos de inteligencia que permitan monitorizar de manera más efectiva los movimientos de las tropas rusas y asegurar un control internacional del cumplimiento del régimen de alto el fuego. Además, fuentes diplomáticas europeas expresaron su preocupación por una posible intervención de EE. UU. en caso de escalada del conflicto, especialmente si Rusia apunta contra tropas británicas o francesas desplegadas en Ucrania. Sin embargo, según indicaron, es poco probable que logren obtener garantías escritas de la administración estadounidense en este contexto, lo que obliga a Europa a prepararse para escenarios imprevistos. En medio de esta postura de Estados Unidos, los aliados europeos han revisado sus recursos y estrategias para contener la agresión rusa en Ucrania, señalando que es poco probable que EE. UU. proporcione un conjunto completo de medidas militares y de seguridad. Confían en una combinación de las habilidades de las fuerzas ucranianas, la preparación de las fuerzas europeas y la modernización de sistemas de misiles aeronáuticos y navales en el este de la OTAN, además de patrullajes activos en el Mar Negro. Consideran que esto permitirá mantener la estabilidad y disuadir la agresión de Rusia sin necesidad de una ayuda militar a gran escala desde Washington. Al mismo tiempo, cabe señalar que los objetivos de la llamada "coalición de decididos", liderada por Francia y Gran Bretaña, que está desarrollando un plan para desplegar fuerzas de paz que garanticen un futuro cese del fuego, actualmente están en entredicho debido a la falta de apoyo firme por parte de EE. UU. Recientemente, diplomáticos británicos y franceses han llevado a cabo discusiones internas sobre una "evaluación realista" de la situación, considerando la posible ausencia de participación activa de EE. UU. en este proceso. Esto ha generado dudas adicionales sobre la viabilidad de que estas iniciativas internacionales puedan implementarse con éxito sin garantías sólidas y un respaldo elevado de EE. UU., lo cual anteriormente se consideraba un factor clave para lograr una paz duradera en Ucrania. Por lo tanto, la claridad sobre el papel de EE. UU. en este conflicto permanece mínima, y los aliados europeos se ven obligados a buscar caminos alternativos para garantizar la seguridad y estabilidad en la región, teniendo en cuenta el apoyo limitado de la administración estadounidense en cuestiones de defensa antiaérea y garantías de seguridad para Ucrania. Esto pone en duda el desarrollo de esfuerzos internacionales adicionales para establecer un paz a largo plazo, abriendo nuevos desafíos para las estrategias europeas y globales frente a la agresión rusa.

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