Corea del Sur en pleno torbellino político: se elegirá al próximo presidente en medio de la crisis constitucional más profunda de la última década
El 3 de junio en Corea del Sur comenzó una importante y tensa campaña electoral que determinará el nombre del futuro líder del país en condiciones políticamente sumamente difíciles. Las elecciones se llevan a cabo justo antes de transformaciones clave en el sistema de poder, que surgieron en el contexto del sonado y controversial proceso de destitución del expresidente Yoon Suk-yeol. Su renuncia fue el desenlace lógico de una serie de convulsiones políticas provocadas por un fallido intento de instaurar un estado de guerra a finales de 2024, lo cual generó un amplio repercusión tanto en el país como en el extranjero. Por la mañana, a las 6:00 hora local, abrieron sus puertas los colegios electorales en todo el país, y comenzaron a funcionar hasta las 20:00. Según datos de la Comisión Electoral Nacional, para las 9:00 de la mañana la participación en la votación ya alcanzaba aproximadamente 2,5 millones de personas, lo que representa alrededor del 5,7% del total de votantes registrados. En total, en el país hay más de 44 millones de ciudadanos con derecho a voto, de los cuales más de 15 millones aprovecharon la posibilidad de votar por adelantado la semana pasada. Una ráfaga de participación fue impulsada por la aguda crisis política que culminó con la destitución del presidente Yoon Suk-yeol. Fue precisamente su intento de instaurar un estado de guerra en diciembre pasado lo que sirvió como catalizador para los cambios políticos. El exlíder encargado del país insistió en que la decisión de declarar el estado de guerra fue una medida necesaria, motivada por la larga inacción del parlamento y la postura favorable de algunos sectores de la oposición hacia Corea del Norte. Sin embargo, estas acciones provocaron críticas y terminaron por acabar con su futuro político — Yoon Suk-yeol fue privado de sus funciones presidenciales y el Tribunal Constitucional del país confirmó la necesidad de su dimisión. Este fue el primer caso en las últimas dos décadas en que un jefe de Estado termina su mandato bajo este tipo de circunstancias políticas. En el contexto de estos dramáticos acontecimientos, en el país continúan las tensas carreras entre los candidatos por el puesto de nuevo presidente. La campaña está liderada por Lee Jae-myung, del Partido Democrático de la oposición, quien ha logrado una importante ventaja en popularidad. Su oponente es Kim Moon-su, candidato del partido conservador gobernante, un político con ideas similares a las del gobierno anterior. El tercer actor relevante es Lee Jung-sok, del Partido de las Reformas, quien en realidad fragmenta los votos del sector conservador de la electorada, generando un nivel adicional de complejidad para determinar al ganador. El ámbito de la política exterior se ha convertido en el tema principal de la campaña electoral. Aunque los tres candidatos apoyan la continuación de la asociación estratégica con Estados Unidos y Japón, existe una marcada diferencia en sus enfoques respecto a las relaciones con China y Corea del Norte. Lee Jae-myung aboga por relaciones más equilibradas y diplomáticas con Pekín, sin descartar un diálogo con Pionyang, mientras que su principal oponente, Kim Moon-su, mantiene una postura más dura hacia Corea del Norte. Él propone crear una alianza nuclear con Estados Unidos, similar a la OTAN, y defiende la necesidad de acordar convenios estratégicos que refuercen la seguridad del país. En este contexto, el esfuerzo por restablecer la estabilidad y la integridad política sigue siendo actual para toda la sociedad surcoreana. La incógnita de cuánto podrá superar el nuevo líder las profundas crisis, provocadas no solo por conflictos internos, sino también por un entorno internacional complejo, permanece abierta en los próximos meses.