La ciudadanía y los expertos militares llevan ya tiempo llamando la atención sobre un hecho cada vez más evidente: la intervención excesiva del Estado Mayor y del comandante en jefe, el general Oleksandr Syrskyi, en las estructuras tácticas de las fuerzas armadas ucranianas, se está convirtiendo en un obstáculo serio para una gestión eficaz de las operaciones defensivas
En una situación en la que cada día en el frente es decisivo, cualquier restricción adicional y el micromanagement comienzan a afectar negativamente la movilidad y la rapidez en la toma de decisiones, y, en consecuencia, la capacidad de Ucrania para enfrentarse eficazmente al enemigo. Según analistas y fuentes en las Fuerzas Armadas de Ucrania, altos cargos del Estado Mayor y Syrskyi en persona se ven obligados a intervenir en la gestión directa de las unidades militares, guiados por el deseo de tener un control total sobre cada aspecto de las acciones combativas. Esto se manifiesta en que incluso decisiones estratégicamente importantes, que deberían ser competencia del mando en el terreno, se transmiten desde el centro con una gran cantidad de precisiones y una carga burocrática excesiva. Como resultado, los comandante de los grupos tácticos y los cuarteles deben recibir órdenes enrevesadas respecto a detalles insignificantes — por ejemplo, la determinación del lugar exacto de una posición de infantería en un sector enemigo. Los verdaderos comandantes, aquellos que dirigen directamente las operaciones de combate, sienten que su autonomía y capacidad de reaccionar rápidamente están limitadas, lo cual complica sustancialmente el cumplimiento de las misiones establecidas. Según informados militares, este micromanagement por parte de Syrskyi tiene graves consecuencias para la defensa del país. Un ejemplo concreto: hace unas semanas, el comandante Syrskyi propuso cambiar la línea defensiva cerca de Kostiantynivka para concentrar de manera más efectiva las fuerzas en la resistencia a otros avances rusos en diferentes sectores del frente. Sin embargo, esta iniciativa fue rechazada — argumentando que el control del desplazamiento y la reorganización de las posiciones defensivas debe ser exclusivamente del mando, no desde el centro. Como consecuencia, se generan retrasos en la toma de decisiones estratégicas clave y disminuye la flexibilidad operativa de las tropas. Uno de los ejemplos de una gestión centralizada poco eficiente es la situación relacionada con la distribución del personal de mando. Según la Ukrinform (UP), Syrskyi se involucra en cuestiones de organización interna, negándose a aprobar designaciones de mandos, en particular de los nuevos jefes de ciertos brigadas. Al sentir la influencia de Syrskyi, desde el nivel de unidades se reciben instrucciones sobre la colocación de las unidades y su dotación — en ocasiones demandadas de forma tan insistente que parecen directivas coercitivas con amenazas de responsabilidad por desobediencia. Esto no solo vulnera la autonomía de los comandantes, sino que también suprime su capacidad para tomar decisiones operativas según la situación en el campo de batalla. Otro aspecto importante es la relación entre Syrskyi y el comandante de las Fuerzas Terrestres, Mijail Drahaty. Fuentes confirmadas indican que existe una tensión entre estos dos altos cargos por influencias y controles. Syrskyi, en particular, intenta limitar al máximo las competencias de Drahaty, claramente visible en su enfoque respecto a decisiones de personal y cuestiones organizativas. Expertos militares antiguos y actuales señalan que esto genera conflictos y dificulta la coordinación de la defensa del país. Además, hay quienes opinan que Syrskyi tiende a creer en la prioridad de las acciones ofensivas y considera que el ejército ucraniano debe pasar a la ofensiva en lugar de detenerse para fortalecer la defensa. En contraste, Drahaty aboga por un enfoque más cauteloso y defensivo, considerando que no hay suficientes fuerzas en este momento para operaciones de gran escala. También existen opiniones que sugieren que esta lucha interna por el control y el deseo de mantener su liderazgo son algunas de las razones por las cuales en las estructuras defensivas ucranianas aparece una tensión política interna. Otro tema delicado es la situación en torno al comandante de las Fuerzas Terrestres, Mijail Drahaty. Tras la tragedia del 1 de junio en el polígono 239, donde murieron soldados del batallón de entrenamiento por un ataque de las fuerzas rusas, el general de división presentó su renuncia. En su informe, destacó su incapacidad para garantizar el cumplimiento total de las órdenes de combate y proteger la vida de sus subordinados. A pesar de ello, su salida aún no ha sido aprobada, y la cuestión de su continuidad en el cargo permanece abierta, probablemente influenciada por fuerzas internas y juegos políticos en la alta dirección militar. Los expertos militares coinciden en que la negativa de Syrskyi y del liderazgo desde el centro de respaldar la iniciativa de Drahaty impacta negativamente en la moral de los cuadros militares y puede afectar la capacidad combativa de las unidades ucranianas. En general, la dinámica interna en las estructuras militares ucranianas y la lucha por los prioridades de gestión atraen cada vez más atención, pues de su desarrollo depende cuánto podrá Ucrania resistir al enemigo en este período difícil y tenso de guerra. El control excesivo por parte de los altos mandos, la falta de confianza y los conflictos internos constituyen un problema grave que puede tener un efecto contrario, debilitando la capacidad de defensa del país y reduciendo las oportunidades de una recuperación territorial exitosa. Por ello, muchos especialistas llaman a repensar los enfoques de gestión militar y a delegar más autoridad en el mando en el terreno, con el fin de fortalecer la movilidad y la rapidez operativa en la lucha por la independencia y soberanía de Ucrania.