La amenaza de desintegración de la unidad transatlántica en la lucha contra la evasión de sanciones por parte de Rusia cuestiona la eficacia de las medidas a nivel global, tal como informan medios de comunicación alemanes de autoridad, basándose en documentos internos de las estructuras diplomáticas europeas
Los últimos acontecimientos profundizan una vez más la crisis en la cooperación entre EE. UU. y la UE en la lucha contra la elusión de sanciones, que en los últimos meses se ha convertido en uno de los problemas más complicados en la política internacional, socavando cada vez más los esfuerzos conjuntos para frenar la agresión de Moscú. Las conclusiones detalladas se encuentran en un informe interno del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania, que ha sido divulgado por los medios de comunicación basándose en las publicaciones de Südddeutsche Zeitung, NDR y WDR. Se afirma que en la reunión del Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, que tuvo lugar el 20 de mayo en Bruselas, el responsable de la política de sanciones europea, el diplomático David O'Sullivan, expresó su pesar por el colapso total de la coordinación transatlántica en la cuestión de evadir las restricciones sancionatorias impuestas a Rusia. Según sus palabras, desde ese momento la pérdida de cooperación informativa y propagandística entre la UE y EE. UU. se convirtió en una consecuencia inevitable. Esto significa que actualmente no existe un frente unido en la lucha contra las violaciones mediante rutas de evasión internacionales, y la colaboración conjunta en esta esfera prácticamente ha desaparecido. La situación es aún más grave en la formulación de un enfoque unificado dentro del formato G7. Los contactos y esfuerzos de este grupo, que el año pasado jugaron un papel clave en el funcionamiento de la política de sanciones, también parecen haber perdido impulso. Como resultado, no está claro cómo la UE y EE. UU. planean coordinar en el futuro nuevos paquetes de restricciones económicas contra Rusia. Especialmente considerando que los expertos advierten que entre los escenarios posibles se encuentra la eliminación de las restricciones durante la presidencia de Donald Trump, quien, según fuentes abiertas, tiene un interés tangible en reanudar los negocios con el Kremlin, como lo confirman sus recientes declaraciones. La división en la coalición transatlántica genera inquietud también en los círculos políticos del Parlamento Europeo. El diputado del Partido Verde, Sergiy Laghodinovsky, advierte que la debilidad o incluso la falla total de la cooperación en la lucha contra la evasión de sanciones deteriorará significativamente la situación de seguridad en la región. En su opinión, EE. UU. fue el principal motor del régimen de sanciones el año pasado, y ahora su posible política de flexibilización — que refleja el interés personal de Trump en fortalecer vínculos económicos con Moscú — podría deshacer el régimen global de restricciones que ha existido durante décadas. Por otro lado, también existe la postura de que la acción moderada de las sanciones comerciales contra Rusia ha aportado aspectos positivos en esta situación. Según funcionarios en Bruselas, estas restricciones ya muestran las primeras señales de eficacia: la economía rusa percibe un impacto negativo, que se manifiesta rápidamente en una reducción en las exportaciones de bienes de perfil militar a través de terceros países. Entre estos países se encuentran Armenia, Serbia, Uzbekistán e India, considerados plataformas de tránsito para evadir las medidas sancionatorias. Sin embargo, también hay problemas: las entregas a través de Kazajistán, Emiratos Árabes Unidos y Turquía han reducido los flujos de exportación, pero no los han detenido por completo. Al mismo tiempo, China y Hong Kong siguen siendo los principales nodos de tránsito para la exportación ilegal de Rusia, como confirman datos internos. Según la información del informe interno, altos funcionarios de la ONU y la diplomacia estadounidense en Bruselas destacaban que aproximadamente el 80% de las evasiones a las sanciones están controladas por China, que, a costa de persistentes negaciones, intenta mantenerse al margen de las restricciones y evitar responsabilidades. Al mismo tiempo, fuentes diplomáticas recomiendan que la UE aumente la presión también sobre las empresas que operan en áreas ilegales, así como en puertos que son utilizados activamente por estos barcos, especialmente en Turquía, India y Malasia. En cuanto a los pasos futuros, el documento interno abre camino a una nueva etapa en la política de sanciones, que podría cambiar el foco hacia los sectores energético y bancario de Rusia. Sin embargo, la mayor resistencia a estas medidas proviene de Hungría, que nuevamente se ha negado a apoyar las nuevas restricciones, demostrando su descontento y dificultando los compromisos diplomáticos. Desde la perspectiva de Washington, las perspectivas de cooperación no parecen ser optimistas. Según declaraciones recientes, el 25 de mayo, el presidente de EE. UU., Donald Trump, al comentar la intensificación de los bombardeos rusos en Ucrania, insinuó la posibilidad de imponer nuevas sanciones contra Rusia. Al mismo tiempo, funcionarios de países europeos, incluido el primer ministro finlandés Petteri Orpo, insistían en que la comunidad mundial debe intensificar la presión sobre Vladimir Putin para que inicie negociaciones reales y cese las hostilidades en Ucrania. Sin embargo, la posibilidad de lograr estos acuerdos en un futuro cercano parece bastante incierta debido a las rápidas fluctuaciones políticas y a los intereses contradictorios de los actores clave en esta crisis.