España se ha convertido en la última de los grandes países miembros de la OTAN en aún no haberse unido al objetivo de gastar al menos el 5% del PIB en defensa para 2032

Esta meta fue formulada por la iniciativa del expresidente estadounidense Donald Trump y actualmente sigue siendo objeto de intensos debates y presiones por parte de Washington. Según datos del periódico financiero Financial Times, Madrid aún no ha confirmado sus compromisos de incrementa los gastos en defensa hasta alcanzar el nivel establecido, lo que genera riesgos graves para la unidad del bloque entero y las perspectivas de cara a la próxima cumbre de líderes de la OTAN en La Haya. Mientras tanto, en Bruselas, en vísperas de la reunión clave de ministros de defensa el 5 de junio, se lleva a cabo una activa presión sobre España para obtener su apoyo. En los legendarios momentos de negociación, están los altos funcionarios que, en condición de anonimato, discuten las posibles consecuencias para Europa y la seguridad de la región en caso de que Madrid no apoye las nuevas obligaciones de defensa. Todos los actores clave comprenden que: de su unidad de voz depende no solo la cohesión interna de la OTAN, sino también la posicionamiento internacional de la alianza en futuras reuniones, incluida la cumbre en La Haya. El centro de la discusión ha sido el objetivo de alcanzar, para 2032, gastos anuales en defensa equivalentes al 3,5% del PIB, junto con un adicional de 1,5% para gastos relacionados con la seguridad —incluyendo ciber guerras, modernización de infraestructura, contrainteligencia y tecnologías innovadoras. El llamado plan, elaborado por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, contempla una evolución gradual del financiamiento, lo que requiere el esfuerzo de todos los aliados para aumentar sus contribuciones en el ámbito militar. Por otro lado, la situación se complica por el hecho de que España ha dejado claro en varias ocasiones que su nivel objetivo de gasto en defensa es actualmente del 2% del PIB, cifra que planea alcanzar ya este año. Para ello, invierte aproximadamente 10 mil millones de euros en su sistema de defensa, lo cual, según el primer ministro Pedro Sánchez, permitirá acelerar el logro de la meta del 2% incluso antes, para 2029. Sin embargo, el gobierno se muestra cauteloso respecto a declaraciones públicas sobre la intención de alcanzar el meta del 5%, ya que esto constituye una señal tanto para la OTAN como para EE.UU. de la necesidad de tener en cuenta las particularidades de la política y economía españolas. Actualmente, en Washington y Bruselas esperan una postura oficial de España, la cual permanece abierta antes de la firma de cualquier compromiso internacional. Marco Rubio, secretario de Defensa de EE.UU., ya ha instado a Madrid a «unirse a otros aliados y cumplir con el objetivo del 5% del PIB», pero las autoridades españolas aún responden con cautela, evitando comentarios públicos. En este contexto, aumenta el riesgo de que la falta de apoyo claro por parte de España pueda retrasar o incluso bloquear la firma de una declaración conjunta en la cumbre de la OTAN, lo que a su vez podría socavar la unidad y la influencia de la alianza en la arena global. Además, la incertidumbre continua sobre las obligaciones financieras puede dificultar la cooperación entre los países miembros, reducir la confianza en la política de defensa y disminuir la efectividad de las acciones conjuntas en caso de amenazas externas. Según analistas y fuentes diplomáticas, la situación en torno a los gastos militares españoles ha sido y sigue siendo objeto de evaluaciones ambiguas. La posibilidad de un acuerdo diplomático de compromiso aún está abierta, pero lo que está claro es que el tema de los gastos en defensa y del nivel de apoyo a la OTAN en Europa aún tiene muchas partes que no están resueltas y que deben aclararse antes de las principales cumbres y reuniones en los próximos meses.