División en el corazón de Europa: la mitad de la sociedad húngara está insatisfecha con los 15 años de gobierno de Viktor Orbán

Chas Pravdy - 23 mayo 2025 10:45

Hungría atraviesa un período de profundas contradicciones internas y una dispersión en la opinión pública respecto al mandato de su dirigente más longevo, el primer ministro Viktor Orbán. Una encuesta actualizada, realizada recientemente y publicada por la agencia de información Telex, citando datos de "El Europeo", indica que más de la mitad de la población del país critica su gestión y considera su período de gobierno como negativo o controvertido. Según los resultados de la investigación, el 50% de los encuestados percibe la influencia de Orbán y su gobierno como más bien negativa respecto al desarrollo del país. Por otro lado, solo el 39% de los entrevistados mantiene una visión más positiva sobre su gestión. Cabe destacar que, entre los simpatizantes del partido en el poder "Fidesz", la situación es completamente diferente: casi 9 de cada 10 apoyan al primer ministro y consideran su liderazgo como positivo y productivo. Apenas el 1% de sus compañeros de partido ve la situación del país de forma negativa. Sin embargo, la postura de los partidos de oposición es radicalmente distinta: el 87% de sus adherentes califica la política de Orbán como negativa, y solo un 1% la valora como muy positiva. Los votantes de este grupo consideran que, durante este tiempo, el gobierno ha agravado significativamente la situación económica y el nivel de vida en el país. Las profundas divergencias también se manifiestan en función de la edad: los ciudadanos mayores de 60 años tienden a verse con simpatía hacia Orbán y a evaluar positivamente su labor. En cambio, este pensamiento negativo es cada vez más predominante entre los jóvenes de hasta 25 años, de los cuales casi el 60% consideran que la gestión del primer ministro es negativa y destructiva. Las cuestiones relacionadas con el estado de la democracia y la libertad en el país también generan diferencias notables. Según la encuesta, el 40% de los partidarios de "Fidesz" cree que, bajo la dirección de Orbán, la democracia en Hungría ha mejorado. La mayoría de los votantes opositores no comparte esta opinión: solo el 2-3% de ellos considera que la situación ha mejorado, y la mayoría está convencida de que la democracia ha empeorado y que la situación se ha vuelto más autoritaria. En lo que respecta al bienestar personal, las opiniones vuelven a dividirse de manera marcada. Los usuarios comunes se inclinan por dos extremos: el 45% de los partidarios de "Fidesz" piensan que el nivel de vida ha mejorado en comparación con hace 15 años, mientras que dos tercios de los representantes de la oposición ignoran esta perspectiva y señalan que los problemas económicos se han profundizado. No es sorprendente que la mayoría de los encuestados opine que es posible cambiar la actual dirección política mediante procesos democráticos, aunque el nivel de confianza en ello ha disminuido con el tiempo. Especial atención merecen los datos sobre el clima social y político. El 65% de los encuestados afirma que, durante el mandato de Orbán, el gobierno probablemente favorece la riqueza de los más acomodados y garantiza lealtad mediante vínculos políticos. También comparte estas opiniones una parte significativa de los seguidores de "Fidesz": el 45% reconoce que los contactos políticos facilitan avances profesionales y privilegios. En cuanto a la perspectiva de un cambio en la política y en el liderazgo, la mayoría de los encuestados opina que a Orbán y su equipo probablemente les resultará difícil encontrar un camino hacia una renovación por mecanismos democráticos. Solo una tercera parte de los encuestados considera esta posibilidad como algo realista. Sin embargo, entre los representantes de la oposición, especialmente los seguidores del partido "Tisa", el nivel de optimismo ha subido del decepcionante 45% al 54%, lo que genera esperanzas de un cambio en la situación política en el futuro. El trasfondo de esta escena política es igualmente tenso. El año pasado, los húngaros participaron en protestas masivas contra varias reformas gubernamentales que provocaron la indignación de la sociedad y de los diplomáticos de la Unión Europea. Un proyecto de ley dirigido contra los medios de comunicación independientes y las organizaciones cívicas, así como una ley que prohíbe los desfiles LGBT, sirvieron como catalizadores para protestas masivas en Budapest y otras ciudades del país. La oposición y los activistas criticaron duramente las nuevas normativas que restringen los derechos de la comunidad LGBT y en la Constitución se establecieron restricciones para los miembros de este grupo minoritario. Además de las protestas contra las leyes, el parlamento aprobó cambios en la Constitución que también generaron un aluvión de protestas. El gobierno, por su parte, intensificó sus esfuerzos de control sobre los fondos de las organizaciones civiles, incluyéndolas en una "lista negra" al estilo de países como Rusia y Bielorrusia. Según las nuevas leyes, la Oficina para la Protección de la Soberanía puede catalogar a las organizaciones como amenazas si reciben financiamiento extranjero, incluidos fondos de la UE, y puede prohibir sus actividades. Las protestas masivas en la capital, con consignas como "Por la libertad y la democracia" y "Contra las represiones", continúan. Sin embargo, el gobierno mantiene una postura dura. La respuesta del ejecutivo a la oposición y a las demandas ciudadanas sigue siendo contenido y controlado, aunque el nivel de ánimo de protesta y la crítica a la política gubernamental están en aumento. Todavía se desconoce cómo terminará esta acalorada disputa entre el poder y la sociedad. Sin embargo, es evidente que la Diáspora ucraniana y la comunidad internacional observan atentamente la situación, que demuestra claramente lo rápido y dolorosamente que puede avanzar un país hacia periodos de desafíos internos y transformaciones, lejos de la estabilidad y el camino democrático europeos.

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