El Secretario de Estado de EE

UU. evita definir a Putin como criminal de guerra: qué hay detrás de la negativa Durante una audiencia en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso de EE.UU., el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, realizó un comentario que generó muchas preguntas y suposiciones sobre la posición oficial de Washington respecto al líder ruso, Vladimir Putin. Al mismo tiempo, se negó a nombrarlo como criminal de guerra, dejando la respuesta en el ámbito de la ambigüedad y la prudencia diplomática. Durante la discusión, que en su mayoría fue tensa, uno de los puntos clave se centró en definir la naturaleza de las acciones de Rusia en Ucrania. El congresista Demócrata Bíl Kiting preguntó directamente: ¿se puede considerar a Rusia como agresora en el contexto de la guerra? En su respuesta, Rubio no negó el hecho de la invasión, confirmando: "Sí, Rusia invadió Ucrania. Invadió, sí." Sin embargo, el segmento a continuación se convirtió en un tema controvertido y delicado respecto a la responsabilidad personal de Putin. Kiting preguntó insistentemente si Putin puede ser considerado un criminal de guerra, y si EE.UU. mantiene negociaciones con este líder. A ello, el Secretario de Estado respondió que, según sus palabras, los combates ya muestran signos de crímenes de guerra, pero enfatizó que el objetivo principal ahora es terminar el conflicto. "Si miramos lo que ocurrió allí, definitivamente podemos calificarlo como crímenes de guerra, pero nuestra meta es poner fin a la guerra", afirmó Rubio, evitando una respuesta directa sobre la responsabilidad personal de Putin, incluyendo el reconocimiento de que sea un criminal de guerra. Tras varias consultas reiteradas del congresista, el Secretario permaneció en el terreno de la incertidumbre diplomática, subrayando que lo importante en este momento es acabar con la guerra, no especular sobre posibles responsables. Esta postura despertó críticas y resaltó la complejidad de formar una evaluación internacional unánime sobre la agresión actual de Rusia. Por otro lado, anteriormente, el 7 de mayo, el Ministro de Finanzas de EE.UU., Scott Bessent, ante la pregunta sobre el reconocimiento de Putin como criminal de guerra, confirmó que Washington mantiene esa opinión. Esto provocó debates en los medios y entre analistas, quienes señalaron que quizás es Estados Unidos quien busca evitar declaraciones directas y categóricas para mantener flexibilidad en las relaciones diplomáticas y negociaciones. También se reportó que EE.UU. supuestamente se opuso a la inclusión en la declaración final del "Grupo de los Siete" de formulaciones que acusan directamente a Rusia de haber lanzado una guerra agresiva y que prometen seguir apoyando a Ucrania. Esto indica el deseo de la administración estadounidense de mantener una postura diplomática contenida y evitar una escalada innecesaria en las tensiones internacionales. En resumen, la situación respecto al establecimiento del estatus de Putin sigue siendo compleja y multifacética: por un lado, la postura oficial de EE.UU. refleja el deseo de poner fin a la guerra; por otro, persiste la incertidumbre sobre cómo exactamente calificar las acciones del líder ruso en el escenario internacional. Esta prudencia diplomática genera nuevas preguntas sobre los próximos pasos de Washington en el contexto de la seguridad global y la condena legal de los crímenes de guerra.