En Estados Unidos, se está discutiendo activamente un nuevo plan que podría cambiar radicalmente el enfoque para gestionar la crisis migratoria, en particular en lo que respecta a los refugiados ucranianos

Chas Pravdy - 20 mayo 2025 15:17

Según información de los principales medios de comunicación estadounidenses y fuentes confiables, la administración del expresidente Donald Trump tiene la intención de gastar hasta 250 millones de dólares de fondos ya previstos para ayuda exterior en la implementación de un programa a gran escala de retorno voluntario de migrantes de diversos países, con especial énfasis en Ucrania y Haití. Esta iniciativa no pública fue revelada por el periódico The Washington Post, que tuvo acceso a documentos internos relevantes. De acuerdo con dicha información, la iniciativa fue precedida por largos debates internos dentro de las estructuras gubernamentales y constituye, en la práctica, un intento de ajustar o incluso disminuir la asistencia humanitaria previamente brindada a los refugiados ucranianos y haitianos. Según estos documentos, más de 200,000 ucranianos y cerca de medio millón de ciudadanos haitianos que huyen de sus países debido a crecientes dificultades, guerras y conflictos podrían ser afectados por este programa de retorno voluntario. Esta iniciativa, que anteriormente no fue divulgada públicamente, fue elaborada a finales de abril por el Ministerio de Seguridad Interior de EE. UU. (DHS). Se prevé que los ucranianos y otros migrantes dispuestos a regresar voluntariamente a sus hogares recibirán una ayuda económica única de 1,000 dólares. La propia DHS informó al respecto, agregando que esta decisión se tomó para estimular el retorno y reducir la afluencia de refugiados en EE. UU. Se indica que medidas similares no son completamente nuevas, pero generan muchas preguntas de carácter ético y legal. Mientras que administraciones anteriores respetaban y promovían los retornos voluntarios, esta nueva iniciativa de Trump ha sido criticada por especialistas y defensores de derechos humanos. Señalan que se trata de personas de las regiones más afectadas por guerras y conflictos, por lo que aplicar tales medidas parece una forma de eludir los estándares internacionales, poniendo en duda la imagen de EE. UU. como país que respeta los derechos humanos. Otra particularidad es que el programa tiene un alcance global: en un documento adicional se mencionan no solo ucranianos y haitianos, sino también residentes de Afganistán, Palestina, Libia, Sudán, Siria y Yemen. Sin embargo, en boletines oficiales se indica que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), encargada tradicionalmente de coordinar los retornos de refugiados a nivel mundial, no apoya rutas de retorno a estos países. Es importante destacar que todos estos documentos tienen el estatus de "preliminares" y en general no constituyen un programa oficial. Los representantes del DHS afirman que dichos documentos están desactualizados, ya que datan de finales de abril a principios de mayo. Sin embargo, la semana pasada se firmó un nuevo acuerdo entre el DHS y el Departamento de Estado de EE. UU. con parámetros financieros similares — 250 millones de dólares — y procedimientos similares, aunque en los nuevos documentos ya no se especifican nacionalidades de los grupos objetivos. Según fuentes bien informadas, el primer grupo potencial de participantes en este programa serán los ciudadanos afganos, que se busca retornar en primer lugar. Otro aspecto que genera indignación y preocupación es la reacción de la sociedad civil y exfuncionarios del gobierno. Describen esta iniciativa como cruel y contraria a los valores fundamentales de la sociedad estadounidense. Muchos cuestionan su legalidad, considerando que los fondos destinados a los retornos estaban originalmente previstos para ayudar a refugiados en situaciones extremadamente vulnerables. Recientemente, tras la toma de posesión de Donald Trump en enero, el Departamento de Seguridad Interior empezó a reducir drásticamente o incluso a suspender varios programas de regularización temporal y protección a migrantes en EE. UU., incluidos aquellos relacionados con ucranianos. Esto ocurrió en el contexto de un plan para endurecer la política migratoria, incluyendo el bloqueo o la reducción de iniciativas humanitarias que permitían a los ucranianos obtener el estatus de protección temporal. En abril, miles de refugiados y ciudadanos ucranianos que estaban en EE. UU. en el marco de estos programas comenzaron a recibir correos electrónicos falsos notificando la cancelación de sus estatus, lo que aumentó la tensión y la incertidumbre. Todo esto apunta a una tendencia hacia una política migratoria más estricta en EE. UU., que, según expertos, podría conducir a un empeoramiento de la situación humanitaria para miles de afectados y establecer un precedente que contradice los aspectos de responsabilidad internacional y humanidad. Es posible que con este nuevo rumbo, la administración de Trump intente mostrar una "mano dura" en cuestiones de control migratorio, buscando limitar aún más el flujo de refugiados y solicitantes de protección. En resumen, esta iniciativa ha suscitado un amplio debate entre la sociedad civil y los defensores de derechos humanos. Insisten en la importancia de mantener un enfoque humanitario y apoyar los esfuerzos multilaterales en la resolución de los problemas migratorios, y que cualquier interés económico o político no debe interferir con los derechos y libertades de quienes están en dificultades.

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