La ex diplomática de EE

UU. en Ucrania declaró abiertamente que renunció debido a la política inaceptable de la administración de Donald Trump, que, según ella, protegía de facto los intereses del agresor en lugar de a la víctima. Bridget Brink, ex embajadora de EE.UU. en Ucrania, escribió una columna profunda y reveladora en el periódico Detroit Free Press, en la que confesó sinceramente que su decisión de abandonar un cargo diplomático alto fue motivada por motivos éticos y por su indignación ante una política que consideraba injusta y dañina para la comunidad internacional. Específicamente subrayó que su principal desacuerdo surgió porque la administración Trump priorizaba los intereses de Rusia, en lugar de defender a Ucrania y a otras víctimas de la agresión rusa. En su columna, Brink declaró directamente que presentó su renuncia como una forma de protestar contra una política que favorecía poner presión sobre Ucrania, este país víctima de la invasión rusa, en lugar de concentrar esfuerzos en los verdaderos responsables del conflicto. Indicó que el puesto de embajadora en Ucrania fue el más difícil de su vida, pero que ya no podía seguir ocultando su insatisfacción con la situación. Brink enfatizó que respeta el derecho y el deber de la administración en funciones de definir la política exterior de EE.UU., pero al mismo tiempo destacó que dicha política debe estar bajo control del Congreso y responder a los intereses de seguridad del país. Según ella, la política de la administración Trump respecto a Rusia desde el principio estuvo distorsionada e injusta: en lugar de apoyar al máximo a Ucrania en su lucha contra el agresor, EE.UU. “se quedó atrás” y se centró en una política de presión hacia la víctima — Ucrania — en lugar de Rusia, que se ha convertido en la fuente de la amenaza. “No podía cumplir honestamente con esa política y por eso consideré necesario dar un paso más profundo”, confesó Brink. Añadió que la situación actual en el mundo y en Ucrania en particular, le provoca profunda preocupación. Tras la guerra y los bombardeos masivos, poco queda de la democracia y la independencia del país, y le horrifica que la guerra por la invasión rusa se haya convertido en la manifestación más terrible de violencia desde la Segunda Guerra Mundial. “Hasta ahora, el mundo no ha visto un nivel tan sistemático y masivo de violencia como el que estamos viviendo en Europa. Esto demuestra claramente cuán seguros y libres podemos seguir siendo si permitimos que regímenes autoritarios, como la Rusia de Putin, expulsen cada vez más territorios y deshagan países enteros”, afirmó Brink en su columna. Ella resaltó que la lucha de Ucrania es de gran importancia para Estados Unidos porque la forma en que el país logra resistir la agresión rusa revelará al mundo la capacidad de EE.UU. para proteger a sus aliados y sus intereses. “Si la invasión de Putin tiene éxito, será una señal para China de que la situación mundial está bajo su influencia y que pueden comenzar acciones aún más agresivas en Asia y otras regiones. Esto pondría en peligro no solo la seguridad de Europa sino también la estabilidad global en todo el mundo”, señaló Brink. Ella expresó que EE.UU. debe permanecer como líder en el mundo y actuar en contra de toda forma de violencia y dictadura, en lugar de rendirse a ilusiones de una posible “solución pacífica”, que solo permite ganar tiempo para nuevas guerras y más sufrimiento humano. “La capitulación pacífica no es una verdadera paz, sino solo un aplazamiento del conflicto. La historia una y otra vez ha demostrado que rendirse ante un agresor sin responsabilizarlo nunca conduce a una paz duradera ni a la seguridad”, destacó Brink, señalando que esta lección ya era conocida en los periodos más horribles de la historia de Europa. Según ella, la guerra de Rusia contra Ucrania es una manifestación masiva y terrible de agresión sin precedentes en la historia europea moderna desde la Segunda Guerra Mundial. Sobre el papel de EE.UU. en esta crisis, Brink subraya que la forma en que el país reacciona impactará no solo en los ucranianos y su lucha, sino también en la política mundial en general. “Somos un país que muchos observan y del que aprenden. Si EE.UU. no actúa como líder en la protección de la democracia y la soberanía, eso socavará nuestra reputación y la confianza de nuestros aliados”, afirmó ella. También recordó que, aunque ya no es diplomática, nunca perderá su fe en el poder del liderazgo estadounidense y en la necesidad de apoyarlo para mantener nuestro futuro y la estabilidad global. El contexto previo indica que Brink fue designada embajadora en Eslovaquia en 2019, y bajo la presidencia de Biden la trasladaron a Ucrania. Anunció su renuncia en abril de este año, en medio de debates mediáticos sobre su decisión. La mayoría de las fuentes señalaban que su paso se relacionaba con crecientes diferencias con la administración Trump, surgidas por el apoyo a Rusia y la política diplomática desfavorable. A principios de mayo, Julie Davis asumió como encargada interina en la embajada de EE.UU. en Kiev, hasta nuevos nombramientos. Los hechos relacionados con la renuncia de Brink reflejan también tensiones internas en el servicio diplomático de EE.UU. respecto a la postura ante Ucrania y la resistencia a la agresión rusa, que ya lleva más de un año con profundas repercusiones sociales e internacionales. Su anuncio público abre una nueva etapa en el debate sobre los valores y prioridades de la política exterior estadounidense.