El Ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radosław Sikorski, hizo una declaración inesperada y bastante provocadora respecto al papel geopolítico de los líderes mundiales en la situación con Rusia y Ucrania

Según sus palabras, el país que podría realmente influir en el Kremlin y ponerlo en su sitio no son EE. UU. ni la Unión Europea, sino precisamente China. En una entrevista exclusiva con los periodistas del periódico Tagesspiegel, el ex diplomático polaco enfatizó que China tiene la capacidad de detener la guerra entre Rusia y Ucrania y de demostrar su poder de influencia en la política mundial. Según Radosław Sikorski, Rusia se encuentra actualmente en una dependencia económica de China. Afirma que Rusia es, en cierto modo, un vasallo económico de Pekín, lo cual es un aspecto importante de la dinámica internacional moderna. En su reflexión, el diplomático expresó la convicción de que, si China impusiera un bloqueo comercial a Rusia, este país estaría en una situación muy delicada y se vería obligado a someterse a las demandas económicas y políticas de China. Sin embargo, lamentablemente, por el momento no se observa la aplicación de tales mecanismos de presión, y la situación permanece estable para el Kremlin. Curiosamente, en el contexto de esta idea, en los esfuerzos globales para resolver el conflicto entre Ucrania y Rusia, China podría ser precisamente el país que pueda «detener la guerra» y poner a Putin en jaque. Según Sikorski, la actividad de China en la arena internacional y su posición estratégica permitirían a este país dar un paso que en la actualidad parece sumamente difícil para Occidente o incluso para Ucrania: aplicar presión diplomática o una palanca económica para poner fin a la guerra. No obstante, no se ha mencionado ninguna señal de que China ya esté usando tal influencia para presionar a Rusia, y el experto destaca que, en este momento, la situación para Putin podría seguir siendo bastante conveniente: la «dependencia» de Rusia de China no da posibilidades legales para acciones radicales. En el contexto mundial, la atención a la situación con Ucrania sigue siendo elevada. En este momento, la administración del expresidente de EE. UU. Donald Trump, quien en varias ocasiones ha mostrado interés en buscar vías diplomáticas para resolver el conflicto entre Ucrania y Rusia, ha comenzado una búsqueda activa de posibles mediadores. En particular, el 15 de mayo, en el día en que el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, tenía previsto reunirse con Vladimir Putin en Turquía, el expresidente estadounidense volvió a enfatizar que cualquier solución pacífica solo sería posible mediante una reunión personal con el líder del Kremlin. Al día siguiente, Trump hizo otra declaración sonada en la que informó que tiene la intención de reunirse con Putin «tan pronto como sea posible» y prometió llamar al líder ruso para discutir el cese de la guerra. Así, aunque la intervención directa de EE. UU. en esta crisis sigue siendo compleja y delicada, los políticos estadounidenses buscan, en este momento, herramientas y vías para establecer un diálogo, con el objetivo de dar un nuevo impulso a la paz. Por lo tanto, la situación sigue siendo tensa y multifacética. Al mismo tiempo, crece el interés por el papel de China — como posible árbitro global y actor influyente capaz de cambiar el curso de los acontecimientos en Ucrania y en el escenario internacional. Mientras tanto, el mundo observa cómo estos países — Rusia, China, EE. UU. y la Unión Europea — intentan encontrar el equilibrio de poder correcto para evitar una escalada mayor y hallar un camino hacia una paz duradera.