Hace más de dos semanas que los políticos estadounidenses y europeos comenzaron a discutir activamente la situación en torno a las acciones militares en territorio ucraniano

Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de declaraciones diplomáticas y declaraciones de intenciones, en Europa crece la preocupación y la inseguridad respecto a los próximos pasos de Estados Unidos en la cuestión de fortalecer la posición de Kyiv y buscar caminos hacia la paz. Analistas externos y fuentes diplomáticas señalan que, aunque Donald Trump recientemente amenazó con ejercer presión contra Rusia, en realidad, no ha logrado cumplir con esas promesas hasta ahora, y este hecho genera una creciente decepción en los círculos asociados en Europa. Según la información proporcionada por la agencia Bloomberg, que cita fuentes diplomáticas y personas informadas anónimamente, en los países europeos aumenta la sorpresa e incluso la preocupación ante los continuos cambios en las posiciones de Washington respecto a la guerra en Ucrania. Destacan que, por parte de la administración de Trump, se observa una incertidumbre: algunos colegas aún esperan que en breve los Estados Unidos puedan cumplir las promesas previas relacionadas con la imposición de sanciones secundarias y restricciones al sector bancario y a quienes apoyan la agresión de Rusia. Sin embargo, según las evaluaciones de las fuentes, recientemente el gobierno estadounidense se ha concentrado más en adoptar una postura firme y sin concesiones hacia Moscú, acusando a Vladimir Putin de obstaculizar una resolución pacífica del conflicto. En particular, en el material se destaca que, en medio de las recientes reuniones diplomáticas en Estambul, en las que participaron representantes de Estados Unidos, la UE y Ucrania, los funcionarios estadounidenses han expresado abiertamente su disposición a imponer nuevas sanciones contra Rusia. Esto fue la respuesta a los anuncios de Moscú sobre la intención de delegar en las negociaciones a representantes de bajo nivel. Según las fuentes, la parte estadounidense en las negociaciones dejó en claro que cualquier decisión futura respecto a la política de sanciones y posibles compromisos debe ser tomada personalmente por Donald Trump. Al mismo tiempo, en círculos diplomáticos y expertos se vuelve a subrayar que las decisiones personales de las máximas autoridades estadounidenses determinan la política futura. Recordemos que el 16 de mayo de este año, en Estambul, por primera vez en más de tres años, se llevaron a cabo encuentros directos entre Rusia y Ucrania. Según los medios, en esta reunión, la parte rusa intentó presentar una serie de condiciones casi inaceptables para Kyiv, incluyendo la exigencia de que Ucrania no involucrara a representantes estadounidenses en el proceso de negociaciones, además de presentar varias condiciones previamente inaceptables para la parte ucraniana. Sin embargo, según los resultados del encuentro, los representantes ucranianos, incluido el Ministerio de Defensa, comunicaron que durante las negociaciones se discutieron temas relacionados con el cese del fuego, aspectos humanitarios y la posibilidad de una reunión a nivel de las máximas autoridades. Además, las personas autorizadas subrayaron que las negociaciones permanecen abiertas y que Ucrania continúa insistiendo en alcanzar una paz a largo plazo en la región. Actualmente, en los círculos diplomáticos aumenta la decepción ante la prolongada incertidumbre que retrasa la búsqueda de soluciones rápidamente efectivas para devolver la seguridad y la estabilidad en Ucrania. Según las evaluaciones de los expertos, esta situación refleja profundas diferencias internas en el liderazgo político de Estados Unidos, lo cual eventualmente puede tener un impacto negativo en la unidad y la eficacia del apoyo internacional a la resistencia ucraniana. Los aliados europeos, que desean poner fin a la guerra y restablecer la paz, cada vez más consideran la posibilidad de que Washington, permaneciendo indeciso, deje que el conflicto dure más de lo que parece. De cualquier forma, Europa permanece en un estado de incertidumbre estratégica, esperando una señal clara desde Washington respecto a los próximos pasos en esta situación crítica.