Las medios rusos han recibido de la administración del presidente Vladímir Putin una instrucción claramente estructurada respecto a la cobertura de las próximas negociaciones en Estambul, que se llevarán a cabo los días 15 y 16 de mayo
Este manual, divulgado por fuentes relacionadas con las autoridades rusas, deja entender cómo debe formular la propaganda oficial la política informativa en torno al proceso de negociación y qué mensajes hay que destacar. Según el documento, se recomienda prestar especial atención a que en la delegación, además de otros altos funcionarios, estará el asistente del presidente Vladímir Medinski. Se explica esto por el hecho de que él lideró la delegación en las negociaciones previas en Estambul en 2022, por lo que su participación en el nuevo formato es una continuación lógica y coherente de esfuerzos anteriores. En consecuencia, a los propagandistas se les aconseja subrayar que su presencia es un desarrollo natural de los acontecimientos y que responde a la necesidad de mantener la estabilidad en el proceso de negociación. Otra tesis importante que deben transmitir los medios rusos según el manual es que la formación de la delegación rusa se hizo sin ninguna presión por parte de los líderes occidentales o del gobierno ucraniano. En particular, en los documentos se enfatiza que la decisión de delegar precisamente en este equipo no fue influida por las palabras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ni por declaraciones oficiales del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Es importante señalar que en la guía se ignora cualquier posible escenario futuro en las negociaciones y se omiten recomendaciones específicas sobre cómo cubrir sus resultados. En lugar de ello, los autores del instructivo proponen promover adicionalmente la idea de que las negociaciones actuales ocurren en condiciones mucho más difíciles para Ucrania que hace tres años. Hasta que punto ha cambiado la situación y en qué consiste el empeoramiento de las posiciones negociadoras de Kiev no se especifica en el documento; en cambio, se enfatiza que la sociedad ucraniana debe percibir estas negociaciones como crisis y tensas. Esto, según el plan, debería fortalecer la percepción negativa de los posibles resultados por parte de los rusos. Otra recomendación importante se refiere al trabajo con la audiencia: en la instrucción propagandística rusa se menciona la preparación de los rusos para un posible fracaso de las negociaciones o un escenario negativo. Para ello, proponen difundir que Rusia está activamente trabajando en un nuevo paquete de sanciones, que, supuestamente, no debería dañar su economía ni su desarrollo interno. En este contexto, se subraya que las nuevas restricciones no tendrán un impacto serio en la estabilidad del país y que Rusia está manejando con éxito cualquier desafío. El documento también menciona que las sanciones vigentes, incluyendo las restricciones a la exportación de recursos energéticos, supuestamente no perjudican al "complejo energético" del país, que, según los propagandistas, continúa operando y desarrollándose de manera estable. Se indica que Moscú trabaja arduamente para reducir cualquier impacto negativo de la presión sancionatoria sobre las industrias internas y alcanzan la independencia en sectores económicos clave. De acuerdo con la información oficial del Kremlin, en la delegación rusa para participar en las próximas negociaciones estarán altos cargos, entre ellos el viceministro de Asuntos Exteriores Mijaíl Galuzín, el jefe de la Dirección Principal del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Ígor Kostiukov y el viceministro de Defensa general Aleksandr Fomín. Estas figuras son las que deben representar a Rusia en las negociaciones en Estambul, centradas en alcanzar los objetivos definidos por el Kremlin. En general, esta instrucción recibida por los medios rusos demuestra un enfoque sistemático del Kremlin en la guerra informativa respecto al conflicto ruso-ucraniano. Muestra que la propaganda oficial tiene un guion claro: disminuir la importancia de las negociaciones, presentarlas en la forma más negativa posible y construir una visión positiva sobre el estado económico del país y su capacidad para resistir las sanciones y presiones externas. Este enfoque forma parte de una estrategia comunicativa más amplia orientada a generar en la sociedad rusa una atmósfera ideológica y psicológica favorable, tratando de provocar una mayor decepción y desconfianza respecto a las perspectivas de futuras negociaciones.