Amenaza de ataques terroristas en vísperas del 9 de mayo: las agencias de inteligencia rusas preparan provocaciones bajo la cobertura de celebraciones
La comunidad internacional de espías, en particular el experimentado equipo de InformNapalm, advierte sobre posibles sabotajes y provocaciones que se están preparando en territorio ruso con motivo del Día de la Victoria, el 9 de mayo. Según su información, los servicios especiales rusos han recibido instrucciones para organizar una serie de ataques en varias regiones del país con la finalidad de crear un pretexto para advertencias desesperadas y la movilización de la población en el marco de la política interna y externa del Kremlin. Según una fuente de una red de agentes informales, estas instrucciones fueron transmitidas por altos cargos de las fuerzas de seguridad rusas y prevén la intensificación de la preparación en varias regiones, entre las cuales, a pesar de la censura pública, figuran las ciudades de Khabarovsk y Ulan-Ude. Estas áreas, según datos preliminares, deben convertirse en las principales zonas para la ejecución de operaciones especiales. Mientras tanto, en la capital del país, se cree que las fuerzas de seguridad están concentrando todos sus recursos en garantizar la seguridad del desfile, y probablemente, la jefatura de las fuerzas ha ordenado fortalecer los preparativos para posibles ataques en esas regiones. Aparentemente, el objetivo principal de estas provocaciones no es permitir que las críticas extranjeras o los opositores internos al Kremlin puedan utilizar los acontecimientos como pretexto para justificar nuevas sanciones o presiones externas. La idea central es aislar a Ucrania y centrarse en crear tensión interna en Rusia, culpando deliberadamente a las fuerzas ucranianas por ataques “selectivos” contra civiles. Esto permitirá a Moscú justificar el aumento de represión mediante declaraciones ruidosas sobre una “amenaza a la seguridad nacional” y crear una excusa para movilizar recursos aún mayores desde las regiones del país. En medio de esta tensión, la política ideológica y militar del Kremlin se mantiene incoherente y con mayor nivel de tensión. Los presidentes de ambos países —Volodymyr Zelensky y Vladimir Putin— reaccionan con viveza a las señales que vienen desde Moscú. Zelensky señaló que los ucranianos no aceptarán “ceses del fuego” temporales en honor a la victoria en Moscú, y exige una inmediata y definitiva terminación de la guerra, por lo menos por 30 días, para permitir la recuperación de la diplomacia y estabilizar la situación en el frente. Por su parte, en el Kremlin no se anuncian pasos concretos, sino que declaran que Rusia no hará concesiones ni aceptará un “cese del fuego” de tres días durante las festividades. Es importante mencionar que la inteligencia británica, basándose en sus fuentes, sugiere que este paso, que a primera vista parece simbólico, —el cese del fuego de tres días—, no es sino una táctica para crear la ilusión de apertura a negociaciones, y a la vez, limitar las capacidades de Ucrania para realizar ataques de largo alcance contra posiciones rusas durante ese período. Esto constituye otra estrategia del Kremlin para mantener la apariencia en el escenario internacional y evitar una rápida escalada de la situación en el campo de batalla. Así, en vísperas del 9 de mayo, Rusia no solo prepara eventos solemnes, sino también sabotajes encubiertos destinados a movilizar internamente a la población y a promover propaganda exterior — en el contexto de preparativos para una nueva fase del conflicto. Occidente y la comunidad internacional observan con atención el desarrollo de los acontecimientos y ya anticipan posibles provocaciones que Moscú podría usar para fortalecer su posición o crear nuevas excusas para escalar la situación. Mientras tanto, las autoridades ucranianas llaman a sus socios internacionales a estar alertas y prepararse para cualquier escenario, ya que la situación real sigue siendo extremadamente tensa e impredecible.