Hambre, aislamiento y intercambio truncado: el trágico destino de la periodista ucraniana Viktoria Roshina en la prisión preventiva rusa

Chas Pravdy - 29 abril 2025 14:22

El año pasado, la periodista ucraniana Viktoria Roshina se convirtió en víctima de la política represiva de Rusia, y su destino sigue siendo incierto. Los detalles de su estancia en el centro de detención preventiva n.º 2 en Taganrog constituyen una historia de traicionero aislamiento, torturas y resistencia a una suerte impuesta intencionadamente por las autoridades rusas. Periodistas y fuentes oficiales revelan cada vez más aspectos de un encierro duro que ya lleva más de un año. Esta historia no solo trata de una persona en particular, sino también de los esfuerzos masivos del sistema ruso por mantener un régimen represivo y desacreditar a los ciudadanos ucranianos. Según la información recibida, a finales de enero de 2024, Viktoria, junto con otros prisioneros ucranianos, fue trasladada a un centro de detención en Taganrog. El padre de la periodista, Volodymyr Roshin, no permaneció indiferente y se dirigió al Comité Internacional de la Cruz Roja, pidiendo acceso a su hija. Sin embargo, no lograron obtener una confirmación oficial de su paradero ni de su estado. Se sabe que la organización humanitaria internacional confirmó la presencia de la ucraniana en una prisión rusa, pero no pudo verla en persona debido al acceso restringido. Tras unos meses, en mayo de 2024, uno de los liberados, un prisionero ucraniano, informó a la prensa que reconoció visualmente a Viktoria en los pasillos del penal de Taganrog. Según su relato, su estado de salud era crítico; ella parecía muy agotada y su cuerpo ya no resistía el hambre prolongada ni las torturas. Se sabe que la alimentación en la prisión era muy primitiva: la alimentaban con papas podridas, lo que provocó un deterioro acelerado de su estado físico, que desembocó en una pérdida de peso excesiva y en síntomas patológicos. Testigos informaron que, en respuesta al agotamiento físico, comenzaron acciones activas para forzarla a comer. Los guardias hicieron esfuerzos considerables para obligarla a alimentarse, pero la resistencia de Roshina fue infructuosa. En agosto de 2024, según su padre, Viktoria fue hospitalizada de emergencia, tras haber sufrido un agotamiento extremo y deshidratación. Tras un tratamiento de varios días, la devolvieron al centro de detención en Taganrog, pero ya no en una cámara común, sino en una celda individual. Esto significaba un nivel adicional de aislamiento y presión psicológica. Respecto a la situación actual, uno de los ex prisioneros declaró que, al regresar del hospital, Viktoria tenía un catéter y empezaron a prepararle una alimentación especial adaptada a su estado físico. La administración de la prisión intentaba controlar cada uno de sus movimientos, consultando a otros internos sobre qué comida debía recibir. Esto evidencia un esfuerzo por parte de las autoridades rusas por controlar su salud, manteniéndola en un aislamiento que le impedía luchar por sobrevivir de manera autónoma. Por un tiempo, parecía que la situación podía cambiar: en agosto de 2024, el padre de Viktoria recibió una llamada telefónica de su hija. En la conversación, ella informó que todavía la mantenían en modo de espera y que el lado ucraniano supuestamente había acordado su liberación en un intercambio futuro. Según su padre, ella le pidió que terminara con el ayuno y aceptara la promesa de libertad, y ella accedió. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos documentados, el intercambio planificado nunca se llevó a cabo: Rusia mantuvo a Viktoria en su poder. El 8 de septiembre de 2024—el día programado para el intercambio—sacaron a Viktoria de su celda para prepararla para la devolución. Según testigos, la misma ucraniana fue conducida a la salida del centro de detención, pero de repente, sin previo aviso, la regresaron a la celda. Al mismo tiempo, un informante afirmó que ella intentó ayudar a los funcionarios a entender la situación y a salir del área mediante otra interna. Los observadores vieron cómo la sacaban de su celda, pero pronto apareció un guardia que anunció que no participaría en el intercambio. Según sus palabras, la razón fue su responsabilidad personal por la no coincidencia con los planes. Esta historia resalta aún más cuán difícil y dramático es el destino de Viktoria Roshina, una persona que asumió riesgos y luchó por defender los derechos de otros, y que ahora permanece en cautiverio en Rusia con un futuro incierto. Su historia es un recordatorio dramático de cuán despiadada y sin derechos se ha vuelto la situación de los ciudadanos ucranianos detenidos y prisioneros por Rusia. En conclusión, el estado real y el destino de Viktoria Roshina permanecen desconocidos, y su estancia en la prisión preventiva rusa ejemplifica la injusticia sistémica y los abusos. Expertos independientes y familiares exigen con insistencia acceder a ella para averiguar su situación actual y concentrarse en traerla de regreso a casa lo antes posible. Esta historia trágica continúa, y el mundo entero sigue su desarrollo.

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