Después de las recientes elecciones parlamentarias, en las que su Partido Liberal obtuvo una victoria contundente, el primer ministro de Canadá, Mark Carney, hizo una declaración ruidosa sobre el futuro rumbo de la política exterior del país

En su discurso, que tuvo lugar en la capital, informó a la audiencia ucraniana y mundial que la etapa histórica de las viejas relaciones entre Canadá y Estados Unidos había llegado a su fin. La declaración de Carney fue una reacción a los cambios significativos en las relaciones bilaterales, que se deterioraron durante la presidencia de Donald Trump. Conocido por sus declaraciones ambiguas y a veces provocativas, Trump recientemente afirmó que Canadá podría convertirse en el "51º estado", lo que generó una ola de críticas y preocupaciones en los círculos canadienses. Además, Trump inició lo que llamó una guerra comercial, imponiendo aranceles a los productos importados, contraviniendo la política de comercio mutuamente beneficioso a largo plazo. Todo esto, según Carney, llevó a que las relaciones entre Canadá y Estados Unidos entraran en una nueva fase. En su discurso, el primer ministro resaltó que el sistema de comercio mundial abierto, que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha sido la base para el desarrollo económico y la estabilidad de Canadá, ha sufrido cambios sustanciales. Subrayó que el país ya no puede confiar únicamente en la alianza histórica, construida sobre una profunda integración con EE.UU., ya que este modelo ha resultado ser desigual e inestable en las nuevas condiciones de la política global. Carney afirmó que es momento de reconsiderar la orientación de la política exterior. «Nuestras viejas relaciones con Estados Unidos, basadas en una integración incondicional y total, han llegado a su fin. El orden mundial, al que estamos acostumbrados, está cambiando de manera significativa. Por ello, Canadá debe buscar nuevos caminos y alianzas para garantizar sus intereses nacionales y su prosperidad», dijo. Esta declaración generó una reacción en la opinión pública y en los círculos políticos, pues muchos ven en ella una posible transición del país hacia una mayor autonomía en su política exterior y la búsqueda de nuevos socios estratégicos. Los analistas señalan que, tras la victoria electoral, Carney no solo busca fortalecer la estabilidad interna, sino también reorientar sus relaciones exteriores para disminuir la dependencia de EE.UU. y adaptarse al nuevo orden mundial. Al mismo tiempo, esta declaración se convirtió en una especie de señal: con el nuevo gobierno en Canadá, el país intenta responder a los desafíos actuales y formar una política exterior más independiente y estable en el contexto de los rápidos cambios en el mundo. La situación alrededor de EE.UU. en los próximos meses podría influir en la dirección futura de las relaciones exteriores de Canadá, convirtiendo a este país en un actor aún más activo y autónomo en la arena internacional.