China ha declarado oficialmente su presencia en el disputado arrecife Send-Key en el Mar del Sur de China, lo que ha generado alarma en la región y ha intensificado la tensión entre los países

El sábado, la agencia oficial de información de EE. UU., en referencia a datos de Financial Times, informó que la guardia costera china izó su bandera en este pequeño pero estratégico arrecife, que se encuentra a solo unos kilómetros de la avanzada militar filipina en la isla Titu y de otros objetos clave en la región. Esto ha sido el primer acto oficial en muchos años que confirma las intenciones de Pekín de afianzar su presencia en esta base, que China considera parte de su territorio. Según fuentes, este evento fue consecuencia de las acciones de la guardia costera china, que colocó su bandera allí, declarando así su soberanía sobre el arrecife, considerado un territorio en disputa. En la cadena de televisión CCTV reportaron que esto constituye una forma de control marítimo y una demostración de jurisdicción sobre el objeto. En las fotos distribuidas por canales oficiales, se puede ver a oficiales chinos colocando la bandera en el arrecife, lo que ha provocado una ola de evaluaciones políticas y de seguridad críticas. El significado de este hecho es difícil de sobreestimar: aunque Send-Key es un pequeño banco de arena arenosa de apenas unos 200 metros cuadrados, tiene un valor estratégico para Pekín. Crea una llamada zona marítima de radio de 12 millas, que permite a China controlar un sector importante en el Mar del Sur de China. Esto es especialmente relevante dado la tensión entre China y Filipinas, que utilizan sus islas y arrecifes para monitorear y controlar los movimientos chinos en la zona. No obstante, para el lado filipino, este evento ha sido un desafío a su política de contención y fortalecimiento de su posición defensiva. Las medidas institucionales, incluida la modernización de la guardia costera y patrullajes activos desde finales de 2023, se dirigen a mantener el control de sus territorios y a enfrentar cualquier intento de construcción y ocupación. Las autoridades federales de Manila están convocando grupos científicos para verificar informes sobre trabajos de reclamación en Send-Key y otros arrecifes disputados en la región, con el objetivo de mantener el statu quo y evitar que estas islas se conviertan en bases militares chinas. Al mismo tiempo, los expertos señalan que actualmente no hay señales directas de que China esté llevando a cabo trabajos extensivos de construcción o de ocupación permanente en Send-Key. Un portavoz de la agencia de seguridad filipina declaró que la guardia costera china abandonó el territorio tras izar la bandera. Según informes, las fuerzas filipinas tienen una base en la isla Titu que planean reforzar y modernizar, incluyendo la construcción de nuevas pistas de aterrizaje e infraestructura, lo que les permitirá crear una defensa más fuerte. Sin embargo, la situación sigue siendo sumamente tensa. Según analistas militares, las tomas directas de otras islas por parte de China en un futuro cercano son improbables, dado que ya hay islas artificiales y bases militares creadas y militarizadas por Pekín en la última década. Este proceso de largo plazo ha permitido a China tener una presencia militar suficiente y capacidades para controlar la región sin una agresión abierta y a gran escala. Asimismo, la legislación china le otorga amplias facultades para detener y revisar los buques de las naciones extranjeras en las aguas que reclama. Esto genera potenciales riesgos de conflictos con las fuerzas y estructuras armadas filipinas. El anuncio de izar la bandera y declarar soberanía coincidió inesperadamente con el inicio de preparativos para los amplios ejercicios militares Balikatan en la región, planificados en conjunto con EE. UU. en un futuro próximo. Estos ejercicios incluyen prácticas de defensa costera, operaciones de recuperación de islas y otras operaciones estratégicas. Más allá de los aspectos políticos y militares, esta situación contribuye a aumentar la tensión en el Mar del Sur de China, que durante mucho tiempo ha sido una de las zonas más conflictivas del mundo. EE. UU. y Filipinas buscan mantener un equilibrio de poder y prevenir provocaciones, pero el fortalecimiento de las posiciones chinas junto con la intensificación de los ejercicios militares genera presión adicional sobre los mecanismos de seguridad regional. Cabe recordar que en enero de este año, EE. UU. y Filipinas realizaron ya su quinta serie de ejercicios navales conjuntos en la región, orientados a fortalecer la cooperación y disuadir la competencia cada vez más aguda en el Mar del Sur de China. Una presencia más activa y una política de demostración de fuerza son parte de la estrategia general de los actores regionales, pero la responsabilidad real de mantener el equilibrio y evitar la escalada sigue recayendo en la diplomacia y la moderación. Así, la situación en el Mar del Sur de China ha recobrado un carácter agudo, y la comunidad internacional observa atentamente los desarrollos futuros, ya que de ellos dependerá en gran medida la seguridad y estabilidad en toda la región de Asia.