Según la información publicada en la edición británica The Times, el plan político de Donald Trump respecto a Ucrania difiere significativamente de la postura oficial de la administración y de los socios internacionales

Se indica que el presidente de EE. UU. tiene la intención de aceptar la conservación del control ruso sobre los territorios okupados en Ucrania y considera que esta posición es "definitiva". Esto significa que para Trump, la cuestión de devolver las regiones temporalmente ocupadas de Crimea y partes del Donbás debe resolverse mediante un compromiso, ya que, según él, estas tierras ya están "ocupadas y no serán devueltas". Una fuente en el medio informa que esta postura de Trump puede interpretarse como un ultimátum para Kyiv: o las autoridades ucranianas aceptan este escenario o Ucrania perderá el apoyo de EE. UU. y su ayuda activa en la guerra contra Rusia. Según la fuente, esta posición "duro" está permitida para ser presentada a Moscú y Kyiv a través del enviado de EE. UU., Steve Vitkoff. En consecuencia, Trump está convencido de que al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, prácticamente no le queda otra opción que aceptar el plan propuesto. No oculta sus intenciones de detener cualquier proceso diplomático o militar activo en caso de que Ucrania rechace las negociaciones o no apoye esta opción. La próxima semana podría anunciarse el fin de las iniciativas de paz si no se logra un acuerdo concreto. En cuanto a los detalles de la conversación y las condiciones propuestas, la revista señala que la oferta estadounidense implica reconocer oficialmente el control de Rusia sobre Crimea y aceptar de facto las zonas capturadas por Rusia en el sur y el este de Ucrania, anexadas o tomadas tras la gran invasión de Rusia en 2022. Esto significa que Washington apoya efectivamente la postura de Moscú respecto a la legitimidad de su presencia en estas regiones, ofreciendo a Kyiv aceptar el estatus inalterado de estos territorios. Otro aspecto importante es que los líderes europeos y ucranianos proponen negociar el control sobre estas tierras solo después de alcanzar un acuerdo para un alto el fuego, lo cual representa un escenario más cauteloso y gradual. Según declaraciones de una fuente cercana a Vitkoff, en el plan de Trump está la idea de que las tierras ocupadas ya se han fusionado con el poder ruso y que solo puede recuperarse a través de medios militares o diplomáticos, manteniendo el statu quo. "Estas tierras fueron ocupadas y ya no volverán", afirma. Por ello, los funcionarios estadounidenses creen que, en esta etapa, los escenarios más probables son: aceptar las condiciones por parte de Ucrania o continuar la guerra con perspectivas inciertas, que podrían prolongarse meses o años. Al mismo tiempo, Kyiv corre el riesgo de quedar dependiente de la financiación externa y del suministro de armas de los países occidentales, ya que precisamente esto sustenta su capacidad de defensa. Según informantes, EE. UU. consideran básicamente un escenario de “aceptar o permanecer”: o Ucrania aprueba las condiciones de Trump o debe aceptar un estatus quo "silencioso", en el cual las tierras ocupadas permanecerán bajo control ruso. Sin embargo, en Washington no ocultan que la opinión pública en Europa podría cambiar drásticamente — debido a las dificultades económicas ocasionadas, entre otras, por los aranceles y sanciones impuestas durante la era Trump, lo que podría fortalecer entre los políticos y ciudadanos europeos la actitud en contra de un apoyo amplio a Ucrania en su defensa de la soberanía. Tras largas negociaciones entre Vitkoff y Putin en Moscú el viernes 25 de abril, Yuri Ushakov, asesor del presidente ruso en política internacional, calificó el encuentro como correcto y constructivo. Según sus palabras, esta reunión favoreció un mayor acercamiento de las posiciones de Moscú y Washington no solo respecto a Ucrania, sino también en otros temas internacionales importantes. Al mismo tiempo, cabe señalar que Trump mantiene una postura aún más dura — poco antes, en una entrevista a la revista Time, afirmó que "Crimea quedará con Rusia" y volvió a acusar a Kyiv de una provocación que, supuestamente, facilitó el comienzo de la guerra. Tales declaraciones son el resultado de su retórica estratégica, que por un lado intenta proyectar su postura en la arena internacional, y por otro, complica los esfuerzos diplomáticos de nuevos políticos ucranianos y occidentales que buscan una resolución más constructiva y diplomática del conflicto.