El Secretario general de la OTAN, Mark Rutte, se prepara para viajar próximamente a Estados Unidos en una visita diplomática importante, durante la cual tiene la intención de expresar, a través de una postura final de la alianza europea, una señal de advertencia dirigida a la administración estadounidense sobre los posibles escenarios para la conclusión de la guerra en Ucrania

Chas Pravdy - 24 abril 2025 18:27

Según información obtenida de tres altos cargos cercanos a las instituciones europeas, el diario financiero Financial Times informa que el político holandés participará en conversaciones diplomáticas en Washington el 24 de abril. El principal objetivo de su visita es instar a no presionar a Ucrania con el fin de forzar la firma de un supuesto "acuerdo de paz" que podría poner en peligro la soberanía ucraniana y solo fortalecería las posiciones de Rusia en la región. Según fuentes de FT, durante las reuniones con el liderazgo del Departamento de Defensa y del Ministerio de Asuntos Exteriores de EE.UU., con el Secretario de Defensa Pío Gagzet, el Secretario de Estado Mark Rubio y el Asesor de Seguridad Nacional Michael Wolcott, Rutte planea enfatizar abiertamente que la firma de cualquier "acuerdo de paz" sin tener en cuenta los intereses de Ucrania podría representar un retroceso en la seguridad y estabilidad de todo el continente. "La paz, acordada solo para satisfacer los intereses de Moscú, solo creará condiciones más favorables para Rusia, y no para el pueblo ucraniano", afirman los interlocutores de FT. El Secretario general de la OTAN planea prestar especial atención a que la imposición en Kiev de decisiones coercitivas en el marco de una "resolución pacífica", que — según los diplomáticos — solo son herramientas para satisfacer las ambiciones rusas, podría poner en peligro la seguridad de toda Europa. En su opinión, esto constituye un riesgo que no se debe ignorar, especialmente cuando se sabe que en Estados Unidos hay preparativos y discusiones internas sobre posibles compromisos respecto al estatus de Crimea. Además, en el marco de sus negociaciones, Rutte tiene previsto discutir con las autoridades estadounidenses la cooperación respecto a la transferencia de una mayor parte de las funciones de defensa de la OTAN a las fuerzas europeas, lo cual sería un paso lógico en el contexto de la redistribución de responsabilidades y la reducción de la presión sobre las fuerzas armadas estadounidenses. Diversas fuentes informan que, en ese período, la administración de Donald Trump entregó a la parte ucraniana en París un documento de una página, que muchos expertos han llamado una especie de "borrador final" del acuerdo de paz. Este documento contiene varios puntos controvertidos, incluyendo la posible aceptación por parte de EE.UU. del control ruso sobre Crimea ocupada y el alivio de las sanciones contra Moscú. El presidente Volodymyr Zelenskiy, en respuesta, subraya que Ucrania reserva el derecho de no reconocer la anexión de Crimea y no se someterá a ningún intento por parte de Moscú de imponerle su voluntad. En declaraciones oficiales, las autoridades ucranianas insisten en que cualquier acuerdo debe reafirmar la soberanía e integridad territorial de Ucrania, y que cualquier paso hacia compromisos con el Kremlin sin una consideración decidida de los intereses ucranianos es inaceptable. Las preocupaciones en Europa aumentan; fuentes sostienen que las discusiones internas entre funcionarios y diplomáticos europeos se centran en qué tan segura es la idea de firmar rápidamente un supuesto "acuerdo de paz", especialmente considerando el posible reconocimiento por parte de EE.UU. del control ruso sobre los territorios de Crimea. Las autoridades galésas y representantes de la OTAN temen que dicho escenario pueda provocar una grave crisis en la cooperación transatlántica, poniendo en peligro la próxima cumbre de la OTAN, prevista para finales de junio, y complicando la cohesión de los aliados occidentales. En general, la situación de tensiones diplomáticas y los pasos impredecibles por parte de Estados Unidos y Rusia generan preocupación no solo entre los políticos y militares ucranianos, sino también en círculos políticos europeos, ya que cualquier movimiento imprudente podría cambiar radicalmente el equilibrio de poder y las perspectivas en la región.

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