En la Sede General de las Fuerzas Armadas de Ucrania se realizó una declaración tajante que confirma la terrible verdad sobre las acciones de Rusia en la guerra contra Ucrania
Los representantes del Ministerio de Defensa ucraniano subrayaron que en sus recientes declaraciones, el presidente ruso Vladimir Putin prácticamente reconoció la implicación de Rusia en una serie de crímenes de guerra, especialmente durante los bombardeos con misiles a objetivos civiles, que llevaron a numerosas víctimas entre la población civil. El mayor Dmytro Likhoviy, portavoz de la Sede General, publicó en su cuenta de Facebook un análisis en vídeo donde explicó en detalle cómo Moscú viola el derecho humanitario internacional. No ocultan que los golpes a ciudades pacíficas son crímenes de guerra con intenciones específicas, destinados a desmoralizar al pueblo ucraniano y a doblegar la resistencia de los defensores de Ucrania. Nuevas confirmaciones de las acciones ilegales de Rusia surgieron a partir de los recientes ataques con misiles, que se convirtieron en notícias trágicas para las ciudades ucranianas. Así, el 4 de abril de 2025 en Kryvyi Rih, el ejército ruso activó un misil balístico Iskander-M, que impactó en un vecindario cerca de la calle Spravedlivist. Como resultado de ese ataque, murieron 20 civiles, entre ellos nueve niños, y más de 70 resultaron heridos. Las declaraciones oficiales rusas afirmaron que el objetivo del misil era el restaurante RoseMarine, donde supuestamente se realizaba una reunión militar con la OTAN, y que allí estaban hasta 85 militares. Esta afirmación resultó ser una de las mentiras más evidentes de la propaganda rusa. Las grabaciones y fotos del lugar, tomadas antes de la explosión, confirmaron que el misil impactó a más de cien metros del restaurante, cuya estructura permaneció prácticamente intacta, y en los salones del establecimiento ese día no había ninguna actividad militar, sino personas — trabajadores de la industria de belleza, participantes en conferencias y civiles en general. Esto demuestra una vez más que Rusia busca intencionadamente alcanzar infraestructura civil, poniendo en riesgo la vida y la salud de miles de ucranianos. Un ejemplo aún más trágico de crímen de guerra fue el ataque en Sumy, ocurrido el 13 de abril de 2025. Desde la mañana, aproximadamente a las 10:20, las fuerzas rusas utilizaron dos misiles Iskander-M/KN-23: uno de ellos, con carga explosiva, impactó en el centro de congresos de la Universidad Estatal de Sumy. Esa estructura fue víctima del terrorismo ruso. Minutos después, la segunda misil, de carga de submuniciones, alcanzó y explotó a unos 150 metros del objetivo. Los fragmentos y metralla hirieron no solo a la vía pública y a un autobús que pasaba por allí, sino también a personas dentro del congreso, donde habitualmente se realizan eventos públicos. Como resultado, murieron 35 personas, incluyendo dos niños, y 129 resultaron heridas, entre ellas 17 menores. Es importante señalar que la propaganda rusa intentó tergiversar esta tragedia acusando a Ucrania de varias supuestas "acciones de crímen de guerra", incluyendo una supuesta concentración de militares en el congreso. Sin embargo, los hechos demuestran lo contrario: en ese lugar no hubo reuniones ni operaciones militares, y quienes participaron en los eventos programados ese día no sufrieron daños. Las víctimas eran civiles y espectadores accidentales; entre los militares solo hubo dos personas, víctimas casuales que pasaban por la calle cercana. Otra gran ofensiva ocurrió en la región de Odesa el 19 de abril. Las fuerzas rusas efectuaron un ataque con misiles contra granjas y áreas rurales, causando incendios masivos y destrucciones. Por suerte, en esta ocasión no hubo víctimas civiles ni daños en infraestructura civil. La Secretaría de Emergencias de Ucrania informó sobre los daños, difundiendo fotos y vídeos del lugar. Este ataque vuelve a demostrar que Rusia viola activamente el derecho humanitario internacional, con un patrón sistemático y deliberado de atacar objetivos civiles. Las violaciones del derecho internacional de la guerra por parte del ejército ruso no son solo crímenes, sino signos del cinismo y la impunidad en los niveles más altos. El derecho humanitario internacional, incluyendo las Convenciones de Ginebra, establece reglas claras para proteger los objetivos civiles y prohíbe el uso de armas indiscriminadas. Rusia suele intentar justificar sus acciones denominando objetivos civiles como "depósitos militares" o "bases con armamento", pero esto no es más que una flagrante desconexión con las normas y principios internacionales. Según la Convención de Ginebra y el derecho consuetudinario, cualquier objetivo con un uso civil — como una escuela, un hospital, una universidad— tiene un estatus especial y debe ser protegido. El centro de congresos en Sumy y otros objetivos de infraestructura educativa son objetivos civiles. Atacarlos, bajo el derecho internacional, constituye un crímen de guerra. De igual forma, el uso de armas de racimo en zonas densamente pobladas viola la prohibición de armas indiscriminadas, ya que esta munición dispersa decenas o cientos de submuniciones que causan daño a civiles y destruyen infraestructura. Aunque Rusia no suscribió la Convención de 2008 sobre armas de racimo, el derecho internacional consuetudinario ya las ha declarado prohibidas en estas condiciones. Además, atacar instalaciones educativas y de salud vulnera compromisos internacionales para proteger la infraestructura civil, como la Declaración de Escuelas Seguras. La protección de bienes culturales y educativos es una obligación de cualquier país en conflicto, pero Rusia ignora cínicamente estas normas, reafirmando su política agresiva y sin principios. De todos estos hechos y análisis, el Estado Mayor destaca: los ataques de Rusia a objetivos civiles no son casualidad, sino crímenes sistemáticos y plenamente conscientes. Viola no solo el derecho internacional, sino también los valores humanos básicos. Tales acciones, según el artículo 8 del Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional, califican como crímenes de guerra. La historia reciente demuestra que los agresores son responsables de sus acciones incluso muchos años después. Ucrania continúa luchando con firmeza por localizar y llevar ante la justicia a todos los culpables de estos crímenes de guerra. La responsabilidad y la justicia son la base para un futuro de paz y la restauración de la justicia en Ucrania. Los crímenes de guerra cometidos por Rusia no prescriben, y la comunidad mundial debe unirse en la lucha por su debido castigo.