Tarjeta de presentación de los juegos diplomáticos del Kremlin: la «tregua de Pascua» de Putin como estrategia política y propagandística

En las crónicas históricas de la Rusia moderna, cada vez con mayor frecuencia aparecen las acciones de Vladimir Putin, que cada vez más parecen movimientos en un juego de ajedrez destinados a fortalecer su posición en el escenario internacional. El último episodio — el anuncio de una breve "tregua de Pascua" — fue un ejemplo destacado de este juego diplomático, cuyo objetivo es movilizar al máximo el apoyo interno y crear un fondo informativo adicional para los fines internos del Kremlin. ¿De dónde surgió la idea de una "tregua"? Según informes de fuentes diplomáticas, la atención hacia este evento aumentó ya después de que la administración del ex presidente de EE. UU. Donald Trump amenazó con abandonar por completo los esfuerzos para buscar un compromiso diplomático respecto a la guerra en Ucrania. En respuesta, Putin dio un paso inesperado en la noche del 18 al 19 de abril, anunciando una "tregua de Pascua" que duraría solo 30 horas — desde la tarde del 19 de abril hasta la medianoche del 21 de abril. A simple vista, se trata de una iniciativa breve y sin nada de particular, pero justo ella se convirtió en una oportunidad para que Moscú obtuviera varias ventajas diplomáticas y propagandísticas importantes. Los analistas destacan que este movimiento del Kremlin no busca tanto una verdadera voluntad de paz, sino un intento consciente de mostrar su disposición a adoptar medidas estabilizadoras y, al mismo tiempo, de consolidar su postura en un conflicto agotador. "La declaración de Putin es solo una acción táctica de corta duración que le permite posicionarse como un líder que desea la paz — señala Tatiana Stanova, investigadora principal del Centro Carnegie para Rusia-Eurásia. — Esto le da la oportunidad al Kremlin de jugar con las ilusiones de la audiencia ucraniana y mundial, sin lamentar su desviación de sus objetivos a largo plazo, que incluyen resolver las 'causas profundas' de la guerra". Se ha comprobado que la misma idea de una "tregua" de corta duración no es nueva, y que durante esta primavera, el gobierno de Ucrania ya aceptó una pausa de dos semanas en las hostilidades — con la esperanza de encontrar un compromiso diplomático. Sin embargo, a diferencia de Kiev, el Kremlin rechaza la idea de una detención total de las operaciones militares sin tener en cuenta sus intereses, alegando que Rusia actualmente obtiene ventajas en el campo de batalla y no está dispuesta a hacer concesiones que puedan debilitar su posición. Al alejarse de la idea de un cese total del fuego, Moscú resalta, supuestamente, su postura pragmática en consideración con la distribución actual del poder. Justo antes de anunciar la tregua, el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, afirmó en una entrevista que Washington está listo para abandonar los esfuerzos diplomáticos si en unas semanas la situación no mejora. Esto subraya que las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia están al borde de un estancamiento, y que las sanciones y la presión diplomática siguen siendo las principales herramientas para alcanzar los objetivos en este conflicto. A la mañana siguiente del anuncio de la "tregua de Pascua", Putin la confirmó oficialmente, declarando que el régimen de alto el fuego se extiende a todas las operaciones militares activas y prometiendo cumplirla si Kiev también cumple con condiciones similares. Además, en el Ministerio de Defensa de Rusia aseguraron que sus fuerzas respetarán el régimen, sabiendo que las operaciones importantes que actualmente continúan en el frente no cesarán por completo. La postura oficial de Kiev sobre este paso fue contenida. El presidente Volodymyr Zelenskiy enfatizó que Ucrania reaccionaría de manera simétrica, aunque, según sus palabras, en algunas zonas del frente continúan los bombardeos y ataques de artillería. Según informes de observadores independientes, incluida la organización de monitoreo DeepState, en realidad la "tregua de Pascua" resultó ser un vacío de sonido: en la mayoría de los frentes, las fuerzas ucranianas no experimentaron un cese de hostilidades, y los combates continúan en rangos cercanos y medios. La comunidad de analistas políticos ya evalúa este movimiento del Kremlin, considerándolo más una jugada política y propagandística que una verdadera señal de intención de lograr una paz duradera. Sospechan que Moscú busca crear la ilusión de que sus esfuerzos son inquebrantables y reforzar así el apoyo interno en un momento en que la guerra sigue agotando a ambas partes y presiona a la comunidad internacional. De cualquier forma, esta breve "negociación en tablas" es otra valiosa herramienta en el arsenal diplomático del Kremlin — un recordatorio al mundo de que Moscú sigue siendo un jugador con un alto grado de maniobrabilidad, capaz de reaccionar rápidamente y cambiar de táctica según las circunstancias que surjan en el contexto de la guerra en Ucrania. Y mientras el mundo observa este juego, el papel real y los objetivos del Kremlin siguen siendo un enigma serio para los analistas y diplomáticos de todo el mundo.