En Serbia se ha producido una importante renovación política: el Parlamento del país, el 16 de abril, inició el camino hacia la aprobación de un nuevo gabinete gubernamental, libre de la influencia del polémico político pro-ruso Aleksandar Vulin, quien actualmente está bajo sanciones de Estados Unidos

Este paso ha generado una notable repercusión en el entorno político serbio y tiene un significativo significado simbólico: el país, que tradicionalmente mantiene una postura más cautelosa respecto a Moscú, ha dado un paso importante hacia las aspiraciones de integración europea. Según datos oficiales, 153 diputados de los 199 presentes en la sala votaron a favor del nuevo gobierno, lo que demuestra un apoyo sustancial por parte de la mayoría parlamentaria. Las fuerzas de oposición se opusieron, expresando su desacuerdo, y su número fue de 46 votos. El resto de los diputados se abstuvo o no estuvo presente en el momento de la votación, lo que subraya la tensión política interna y la diversidad de perspectivas respecto al rumbo a seguir. Al concluir la votación, la presidenta del Parlamento, Ana Brnabić, anunció una pausa de 60 minutos para la organización de eventos y la preparación de los diputados para tomar juramento al nuevo gobierno. Encabeza el comité el recientemente designado primer ministro, Đuro Matic — reconocido en el país como endocrinólogo y novato en política, quien fue elegido para este cargo por el presidente Aleksandar Vucic. Cabe señalar que en el nuevo gobierno solo ocho de los treinta miembros son nuevas designaciones; el resto, incluidos el ministro de Asuntos Exteriores, Marco Djuric, y el ministro de Defensa, Bratislav Gasic, mantuvieron sus cargos. Esto indica un proceso orientado a la estabilidad y a la preservación de la experiencia en áreas clave de política. Un aspecto importante es que en el gobierno ingresaron tres nuevos ministros apoyados por el movimiento cívico «Por el pueblo y la nación», creado por Vucic. Al mismo tiempo, los ministerios de Defensa y Relaciones Exteriores permanecieron bajo la dirección de profesionales con experiencia, lo que refleja un equilibrio entre nuevas iniciativas y el deseo de mantener la estabilidad en la política exterior. Un tema destacado en la discusión fue la ausencia en el gabinete del polémico político Aleksandar Vulin. La falta de Vulin, conocido por sus puntos de vista pro-rusos y por estar bajo sanciones de EE. UU., despertó varias especulaciones en los medios y círculos expertos. Esto podría indicar que el nuevo gobierno busca posicionarse de manera más clara en la dirección europea y evitar conflictos políticos con Occidente. Recordemos que el anterior gobierno de Aleksandar Vucic fue destituido el 19 de marzo, en medio de protestas masivas contra el gobierno que abarcaron todo el país y contaron con el apoyo de una parte significativa de la población, especialmente los jóvenes. En ese momento, el parlamento serbio aprobó cambios en el ejecutivo para buscar nuevas vías de estabilización y desarrollo del país. En general, el proceso de formación del nuevo gobierno en Serbia ha puesto a prueba la estabilidad política y la orientación exterior del país. Desde ahora, el gabinete serbio debe asumir la responsabilidad por su rumbo hacia una mayor integración en la comunidad europea y, al mismo tiempo, ser prudente respecto a los desafíos y transformaciones internas. Este paso también se percibe como una señal de que el nuevo gobierno busca apostar por la estabilidad, reconsiderar su política exterior y promover procesos democráticos más abiertos en el país.